Tomar un trago de zumo de naranja después de un cepillado de dientes puede llenar la boca de un sabor tan desagradable que uno juraría haber lamido un yunque. Pero si la pasta de dientes no arruina el sabor de la comida ni de la bebida, ¿qué es lo que convierte esta combinación en algo tan repelente?.
Los científicos han identificado al culpable: el laurilsulfato sódico, un detergente espumoso presente en la mayoría de los dentífricos. Cada célula gustativa tiene una membrana externa que contiene receptores del sabor. El detergente colapsa temporalmente las membranas y altera alguno de los receptores.
Redacción QUO
Los ingenieros chinos diseñan un sistema electromagnético para hacer ondear una bandera en el vacío…
El innovador modelo de trabajo promete mayor productividad y bienestar. Más empresas apuestan por un…
Un nuevo estudio revela que la mayoría de los átomos de nuestro cuerpo podrían haber…
Un fósil único ha revelado detalles fascinantes sobre un pequeño pero especializado mosasaurio del Cretácico…
Cuando no dormimos bien, nuestra mente no es capaz de controlar los recuerdos negativos, intensificando…
Renault ha reactivado la leyenda que supuso el Renault 5 en los años 70 y,…