Cuando no dormimos bien, nuestra mente no es capaz de controlar los recuerdos negativos, intensificando los pensamientos no deseados
El sueño, especialmente el REM, es crucial para la salud mental. Este estado ayuda al cerebro a procesar recuerdos y emociones, suprimendo aquellos que resultan negativos o intrusivos. Sin embargo, la privación del sueño afecta áreas clave del cerebro, como la corteza prefrontal dorsolateral derecha, que regula la memoria y el autocontrol.
La conexión entre la calidad del sueño y el control de los pensamientos intrusivos es más compleja de lo que parece. Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences USA profundiza en cómo el cerebro, al estar privado de sueño, falla al gestionar recuerdos no deseados. Estas fallas están vinculadas a problemas de salud mental como la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Los investigadores, liderados por Scott Cairney de la Universidad de York, descubrieron que cuando dormimos mal, el cerebro no solo pierde eficiencia general, sino que áreas específicas se ven afectadas. En particular, la corteza prefrontal dorsolateral derecha (rDLPFC), encargada de “frenar” los recuerdos negativos, presenta una actividad reducida. Por el contrario, el hipocampo, que almacena recuerdos, se vuelve hiperactivo.
En el estudio, 85 estudiantes fueron entrenados para asociar imágenes de rostros neutros con escenas, algunas de ellas negativas, como accidentes o peleas. Después, se dividió a los participantes en dos grupos: uno durmió normalmente en el laboratorio, mientras el otro permaneció despierto toda la noche. Al día siguiente, se les pidió que, al ver los rostros, recordaran o suprimieran las escenas asociadas, mientras su actividad cerebral era monitoreada con una resonancia magnética funcional (fMRI).
Los resultados mostraron que quienes no durmieron adecuadamente tenían una menor actividad en la rDLPFC durante la supresión de recuerdos. Esto permitió que el hipocampo siguiera recuperando memorias negativas, ya que el “freno” cerebral no funcionaba. En cambio, los participantes que sí durmieron mostraron una correlación positiva entre la calidad de su sueño REM y la capacidad de controlar recuerdos.
Este hallazgo subraya la importancia del sueño REM para la regulación de pensamientos. Dado que trastornos como la depresión y el TEPT suelen incluir interrupciones del sueño REM, entender su papel podría ayudar a diseñar terapias más efectivas.
Expertos como Zara Bergström y Maria Wimber, que no participaron en el estudio, consideran que estas investigaciones podrían cambiar el enfoque de los tratamientos. Mejorar el sueño REM, ya sea mediante intervenciones médicas o hábitos saludables, podría ser clave para prevenir y tratar problemas relacionados con recuerdos traumáticos.
En definitiva, este estudio no solo revela cómo la falta de sueño afecta el cerebro, sino que también destaca la importancia de priorizar el descanso para proteger nuestra salud mental. El sueño, como demuestran los hallazgos, no es un lujo, sino una necesidad para mantener el control sobre nuestras emociones y pensamientos.
REFERENCIA
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