Las personas con altos niveles de enfado como rasgo de personalidad tienen una mayor tendencia a creer en teorías conspirativas, independientemente de la maldad percibida en las intenciones de los conspiradores
Las teorías conspirativas son explicaciones que atribuyen eventos a planes secretos ideados por grupos poderosos, a menudo cargados de intenciones ocultas. Surgiendo de la incertidumbre y la desconfianza, simplifican eventos complejos y son catalizadas por la difusión en redes sociales.
El estudio, publicado en Personality and Individual Differences, exploró la conexión entre el enfado como rasgo de personalidad y la susceptibilidad a las teorías conspirativas. Estas teorías, que suelen implicar a grupos que operan en secreto para su beneficio y en detrimento de los demás, se dividen en dos categorías según la maldad percibida en las intenciones de los conspiradores: teorías de “baja maldad” y de “alta maldad”. Por ejemplo, mientras que creer que la Tierra es plana sería una teoría de baja maldad, la idea de que un gobierno orqueste el asesinato de figuras públicas es de alta maldad.
El equipo liderado por Eddie Harmon-Jones realizó dos estudios en línea para analizar cómo el rasgo de enfado influye en la creencia en estas teorías. El primero incluyó 112 participantes adultos y el segundo 165, ambos reclutados en la plataforma Prolific, con edades promedio de 36 y 39 años, respectivamente. Los investigadores desarrollaron un cuestionario que incluía 24 teorías en versiones de baja y alta maldad, permitiendo evaluar las diferencias en las creencias hacia cada tipo.
En ambos estudios, los participantes con mayores niveles de enfado como rasgo mostraron una mayor propensión a creer tanto en teorías de baja como de alta maldad. Las personas más jóvenes y menos educadas también mostraron una mayor tendencia hacia las teorías de baja maldad. Sin embargo, el «mentalidad conspirativa» —la inclinación general a creer que eventos significativos son manipulados por grupos poderosos— fue el predictor más fuerte para ambas categorías.
Un hallazgo interesante fue que, en general, las teorías de baja maldad eran consideradas más creíbles que las de alta maldad. Esto podría estar relacionado con la percepción de que las intenciones menos maliciosas son más plausibles o menos amenazantes.
Este trabajo amplía investigaciones previas al destacar cómo la percepción de la maldad en las intenciones de los conspiradores interactúa con el enfado para influir en las creencias conspirativas. Los autores concluyeron que las personas con altos niveles de enfado podrían ser especialmente vulnerables a las teorías más maliciosas, probablemente porque estas refuerzan emociones intensas que ya experimentan.
Aunque los resultados son relevantes, los estudios se realizaron con muestras relativamente pequeñas y homogéneas. Estudios futuros con poblaciones más amplias y diversas podrían arrojar resultados diferentes y ofrecer una comprensión más profunda sobre las dinámicas psicológicas que sustentan la creencia en teorías conspirativas.
REFERENCIA
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