Sus responsables, Juan Manuel Toro, Josep B. Trobalón y Nuria Sebastián-Gallés señalaban en el Journal of Experimental Pychology: Animal Behaviour Processes que las ratas a veces no distinguen entre los idiomas japonés y holandés cuando las personas hablan esas lenguas al revés. Para llegar a esta conclusión, los investigadores enseñaron a estos animales a oprimir una palanca para obtener comida tras escuchar un idioma. De esta manera, los científicos demostraban que un mecanismo utilizado por los seres humanos para adquirir el lenguaje es compartido por otros mamíferos no primates.
Con este premio, son ya tres las ocasiones en que investigaciones españolas son laureadas con estos Nobel del humor. En 2006, los investigadores Antonio Mulet, José Javier Benedito y José Bon, de la Universidad Politécnica de Valencia, y Carmen Rosselló de la Universidad de Islas Baleares, recibieron un IgNobel de Química por un estudio en el que analizaban las consecuencias de la velocidad ultrasónica y la temperatura en el queso cheddar. Y en 2002, Eduardo Segura, de la empresa Lavakan de Aste, en Tarragona, ganó en la categoría de “Higiene”, aunque no exento de polémica, por inventar una lavadora para perros y gatos.
Redacción QUO
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