Varios estudios han encontrado pruebas en las tumbas de los gladiadores de que comían sobre todo judías, pero eso no los convertía precisamente en atletas apolíneos
En sus comienzos, ser gladiador era un oficio infame, eran esclavos con poco más interés que el de verlos pelear por la vida en un circo. Sin embargo, en una sociedad guerrera como la romana, los gladiadores fueron cobrando glamour hasta convertirse en auténticas estrellas.
No es del todo cierto que tuvieran que combatir hasta la muerte (un gladiador era costoso, y más si era bueno). Aún así, sus luchas exigían una preparación similar a la de los deportistas de élite actuales: Hermes, Celadio, Triumphus o Espartaco. ¿tenían realmente una preparación singular para el combate? Y de ser así, ¿qué comían para ganar fuerza?
Un estudio realizado por el Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Viena y publicado en la revista PlosOne, confirma que los gladiadores romanos eran vegetarianos. También que completaban su dieta tomando bebidas preparadas con cenizas de plantas al acabar sus entrenamientos, que les proporcionaban minerales.
En el estudio se analizaron los restos de 53 cuerpos, 22 de los cuales habían recibido sepultura como gladiadores, enterrados en los siglos II y III a. C., procedentes de un cementerio enclavado en la antigua Éfeso, en la actual Turquía.
El propósito del estudio era averiguar «la dieta, la estratificación social y los movimientos migratorios de los ciudadanos de Éfeso y de los distintos grupos de gladiadores».
A partir de un estudio espectroscópico, los científicos midieron la cantidad de colágeno presente en la sangre, así como la proporción de estroncio y calcio en el mineral óseo. De todo ello dedujeron que el grupo de gladiadores, tenían una alimentación con pocas grasas animales y alta en granos y legumbres.
Fabian Kanz, director de la investigación, apunta que para algunas fuentes históricas los gladiadores eran conocidos como ‘hordearii’ (comedores de judías). Una causa probable del agotamiento del nitrógeno en los huesos de Éfeso podría ser el consumo frecuente de legumbres.
El estudio revela otros datos interesantes. Las relaciones entre el calcio y el estroncio de los huesos confirman que los gladiadores bebían con frecuencia una bebida de cenizas vegetales, como se menciona en los textos antiguos, como suplemento mineral. La densidad ósea de los gladiadores también era superior a la de otros restos humanos de la época, igual que ocurre con los atletas modernos.
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Sin embargo sus cuerpos poco tenían que ver con los de Kirk Douglas o Russell Crowe. Los autores del estudio creen que los gladiadores buscaban engordar a propósito para cultivar una capa de grasa que «protegería sus órganos vitales de los ataques con armas cortantes de sus oponentes».
Lógicamente, si la espada debe atravesar un palmo de grasa primero, hay menos probabilidades de que la estocada sea mortal.
Además, los gladiadores eran esclavos, y era poco probable que sus dueños los alimentaran con carne, que era cara. El problema de los granos y las legumbres es que hacen falta cantidades muy grandes para obtener cantidades significativas de proteínas, esenciales para desarrollar músculos, que para los gladiadores eran cuestión, literalmente de vida o muerte.
Pero como ocurre con los luchadores de sumo actuales (que comen sobre todo arroz), con los músculos llegaban amplias lorzas de grasa protectora.
Una cosa es segura: dormir en el barracón de los gladiadores después de una cena comunal de judías debía más problemático que las propias batallas.
REFERENCIA
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