El análisis genético de los restos de RicardoIII de Inglaterra, encontrados durante la obras realizadas en 2012 en un aparcamiento público de Leicester, están dando mucho de sí. Primero nos sirvieron para descubrir que el soberano tenía los ojos azules y el cabello rubio, al contrario de la imagen que Shakespeare nos ofreció de él. Y ahora nos han permitido descubrir que una de sus antepasadas cometió adulterio.
La investigación de los genes mitocondriales, heredados por vía materna, demostró que los restos, efectivamente, correspondían a los del rey inglés, pero algo no cuadraba en el ADN de la línea paterna. En algún momento entre los siglos XIV y XVIII, en las 19 generaciones anteriores a Ricardo III, alguna mujer de la familia cometió adulterio y tuvo un hijo con otro hombre fuera del matrimonio que hizo pasar como legítimo.
Redacción QUO
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