Sir Ernest Shackleton, el legendario explorador polar, murió en 1922 de un ataque al corazón poco después de haber concluído la que era su cuarta expedición antártica. Ahora, un estudio realizado por el cardiólogo británico Jan Till ha revelado que el aventurero padecía una dolencia congénita llamada defecto septal atrial, a la que comúnmente se le llama agujero en el corazón. Más concretamente, se trata de un agujero en la pared que separa las dos cavidades superiores de dicho órgano, y eso fue probablemente lo que le mató.
El diagnóstico ha sido posible gracias al estudio del diario de Eric Marshall, el oficial médico en la segunda expedición de Shackleton. De ese testimonio se deduce que el explorador padecía con frecuencia síntomas como la disnea (dificultad para respirar) y debilidad prolongada.
El autor del estudio está convencido de que Shackleton era plenamente consciente de la dolencia que sufría. Y la prueba es que recurrió a todo tipo de artimañas para impedir que le realizaran los pertinentes reconocimientos médicos, ya que el resultado le habría impedido dirigir sus expediciones polares.
Redacción QUO
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