Esta semana los habitantes de California, Nevada y Utah pudieron ver por la noche unas misteriosas bolas de fuego. La alerta se disparó rápidamente a través de las redes sociales, donde los usuarios especulaban si se trataba de un avión desintegrándose o una lluvia de meteoritos. Esta última opción parecía lógica teniendo en cuenta que entre el 27 y el 29 de julio se produce el pico de la lluvia de meteoritos de Delta Aquarid. Desafortunadamente para los fanáticos de las conspiraciones, no se trataba de un ovni, ni de un avión desintegrándose. Ni siquiera tenía que ver con meteoritos.

Un mes atrás, la agencia espacial china lanzó el cohete CZ-7. Fue su reentrada en la atmósfera lo que provocó esa visión. De acuerdo con declaraciones al periódico Los Ángeles Times, de Jonathan McDowell, del Centro de Astrofísica del Harvard -Smithsonian, “algo de ese tamaño entra en nuestra atmósfera probablemente una vez por mes. Pero generalmente caen en el océano, la Tierra es un lugar enorme. Las probabilidades de que ocurra de noche y sobre Estados Unidos, son muy pocas”.

Los restos del cohete se desplazaban a uno 29.000 km/h y a unos 80 kilómetros de altura, aún así, la portavoz del Comando Estratégico de Estados Unidos, Julie Ziegenhorn, aseguraba a Associated Press, que “no podemos confirmar si en algún momento representó un riesgo, pero es habitual que veamos este tipo de eventos”, algo similar a lo que había declarado la propia Ziegenhorn en diciembre del año pasado al Washington Post, respecto a la reentrada de un cohete ruso.no representaban un riesgo para la población.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=_IRvbg2n6Xk[/youtube]

Juan Scaliter