Este viernes 12 de enero se estrena por fin La peste, probablemente la serie española de televisión más ambiciosa de esta temporada. Narra una historia de crímenes e intrigas ambientada en Sevilla, teniendo como telón de fondo la terrible plaga que asoló la ciudad andaluza en el año 1649. Por ese motivo, hemos creído que era una ocasión magnífica para recordar como fue aquella epidemia que acabó con la vida de casi la mitad de su población.
Se trató de una epidemia de peste bubónica, procedente de África. El contagio inicial se produjo por vía marítica, ya que se cree que, con toda probabilidad, los agentes infecciosos llegaron por barco. Valencia fue la primera ciudad afectada, con un brote que se produjo en el año 1647. Fue dos años después cuando la epidemia alcanzó Sevilla.
El 6 de mayo de ese año, según la crónica de Diego Ortíz de Zuñiga, numerosas personas que vivían en el barrio de Triana comenzaron a manifestar síntomas como fiebre, náuseas y escalofríos. Los relatos de la época apuntan a una caravana de gitanos ambulantes como los agentes que trajeron la enfermedad a la ciudad. Dichas crónicas recogen también que todos ellos murieron en los primeros días de la epidemia, al igual que las personas del barrio que les dieron cobijo o tuvieron trato con ellos. Pero aquello no detuvo su propagación.
De las calles de Triana, la plaga se extendió al resto de la ciudad. Y el número de casos comenzó a multiplicarse a una velocidad de vértigo, llegando a haber días en los que se contabilizaron hasta cuatro mil muertos. Las personas afectadas se congregaban en la plaza que había frente al Hospital de La Sangre, que estaba atestadado, y la mayoría de ellas morían esperando a ser atendidas.
Los cadáveres eran trasladados en carretas a fosas comunes excavadas fuera de la ciudad, y sus enseres eran quemados. Las noticias sobre la plaga hicieron que se extendiera un control sanitario en torno a Sevilla, y que se prohibiera a sus habitantes abandonar la ciudad.
La situación alcanzó su punto más trágico el 20 de julio, cuando se decidió abandonar el Hospital de Triana y tapiarlo con los doce mil enfermos que había en su interior. Pero, a partir de aquel terrible suceso, los casos comenzaron a disminuir y, a finales del verano la epidemia había cesado.
Las crónicasde Ortíz de Zuñiga recogen que la ciudad perdió todo su esplendor, y que los supervivientes de la plaga organizaron procesiones y actos religiosos para pedir perdón por sus pecados, a los que culpaban de haber atraído la epidemia como si duna maldición se tratase.
Se calcula que murieron unas 60.000 personas, lo que suponía el 46% de su población. Entre las víctimas se encontraban el escultor Juán Martínez Montañés, y Juán de Zurbarán, hijo del célebre pintor.
Vicente Fernández López
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