Para los científicos ha sido fácil concluir que los bebés parpadean cinco veces menos que los adultos: solo han tenido que contar para saber que los últimos cierran los párpados unas 15 veces por minuto, mientras los bisoños seres humanos lo hacen dos o tres. Lo que los investigadores no pueden contar es la causa de la diferencia, pero coinciden en que la frecuencia del parpadeo está relacionada con la dopamina. El neurotransmisor está involucrado en funciones motoras, y los experimentos han revelado que el parpadeo disminuye con la muerte de las neuronas. En enfermos de párkinson, por ejemplo, menos neuronas es sinónimo de menos parpadeo. Por tanto, los investigadores sospechan que los bebés parpadean poco porque el sistema de la dopamina está en formación.
Redacción QUO
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