Alejandro Magno probó la lechuga en Egipto, y le gustó tanto que mandó que se cultivara en Grecia.
Antes, ya se consumía en Persia (600 a. C.), pero fueron los Adrià romanos de la época quienes le sacaron todo su rendimiento gastronómico.
Aprendieron a conservarla en salmuera, para consumirla todo el año, e incluso idearon una especie de ensalada bebible que se vendía durante el verano.
Redacción QUO
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