Dando por hecho, que casi todos ustedes han visto El exorcista, El resplandor, Alien, y todos los títulos célebres de la historia del cine de terror, voy a aprovechar para recomendarles 13 películas menos conocidas, pero que ningún amante del género debería perderse. Las hay americanas, italianas, japonesas y hasta españolas. sangrientas, de miedo psicológico y fábulas paracientíficas. No falta de nada. Eso si, tápense, que alguna salpica.
Onibaba (1964)
Lo primero de todo, aclarar que esta cinta es una verdadera obra maestra. Ambientada en el Japón feudal, tenemos a dos mujeres, una joven y otra madura, que viven de seducir a los viajeros que pasan por su casa, para luego asesinarlos y robarles sus pertenencias. Hasta que un día la más joven se enamora de una de sus víctimas y se niega a matarle. Para hacerle cambiar de opinión, la mujer mayor se coloca una máscara de demonio y se presenta ante ella en plena noche ordenándole que mate a su amante. La chica obedece aterrorizada, creyendo que ha sido visitada por un engendro real. Pero cuando la mujer mayor quiete despojarse de la máscara, no puede. Está encasquetada en su rostro. Lo intenta a martillazos, pero la sangre brota por los intersticios de la demoníaca careta. Cuando por fin consigue librarse de ella, su cara está tan deformada como la de un auténtico ser infernal.
Kwaidan (1964)
Pues hala, otra obra maestra del terror nipón. En este caso una película dividida en tres historias de fantasmas, cuya duración supera las tres horas. Y es que la segunda historia, la mejor de todas, titulada Oichi, el hombre sin orejas, dura lo mismo que una película convencional. Su protagonista es un joven monje de un monasterio taoista que posee una voz prodigiosa y que está especializado en cantar una balada que narra una mítica batalla entre dos clanes. Una noche, recibe la visita del fantasma de un samurái que le pide que le acompañe al más allá donde su señor, que murió en aquel combate, quiere oirle cantar. Noche tras noche, Oichi viaja al reino de los muertos para cantarl su balada, hasta que se entera el prior del monasterio. E anciano sabio le dice que los muertos quieren apoderarse de su alma y que si viaja una sola vez más al más allá, ya no regresará jamás. Para salvarle, ordena a los demás monjes que pinten sobre el cuerpo del muchacho un mantra protector que le hará invisible a los ojos de los fantasmas. Y, efectivamente, cuando esa noche el samurái espectral regresa a buscarle no puede verle a causa del sortilegio. Pero… resulta que se olvidaron pintarle el mantra también en las orejas, que son lo único que puede ver el fantasma. Así que el samurái desenvaina su espada y se las rebana al muchahco para llevárselas a su señor. No les cuento más. Pillen la película y disfrútenla. Es una auténtica obra de arte.
La última casa a la izquierda (1972)
Hacer un remake de una película de Ingmar Bergman en clave casi gore ya suena raro, ¿verdad? Pues esa es la base de esta película, que por cierto fue la carta de presentación de Wes Craven, posteriormente autor de megaéxitos como Pesadilla en Elm Street o la saga Scream. Craven cogió una de las mejores películas de Bergman, El manantial de la doncella, que narraba una fábula medieval en la que un padre se vengaba de los asesinos y violadores de su hija, y la trasladó a la América de los 70. Un par de chicas son vejadas, mutiladas y brutalmente asesinados por un grupo de sádicos a la salida de un concierto de rock. Pero en un alarde de justicia poética, los verdugos acabarán recalando en la casa del padre de una de ellas quien, al descubrir quienes son, se tomará la justicia por su mano liquidándolos de las formas más atroces que uno pueda imaginar. La estética feista del filme contribuye a darle un aire casi documental y la convierte en una película desasosegadora que demuestra como todos podemos convertirnos en monstruos cuando nuestros instintos más brutales nos desbordan. Por cierto, existe un remake del año 2009 que no está nada mal, pero la original me sigue pareciendo insuperable. Eso si… siempre me he preguntado que pensaría Bergman de ella.
El anticristo (1974)
El fabuloso éxito que El exorcista tuvo en todo el mundo generó multitud de imitaciones e incluso de burdos plagios. La mayoría fueron puros y simples engendros. Pero entre ese aluvión de copias espúreas destaca esta película de Alberto de Martino. Tengo que avisar que hay aficionados que consideran incluso que esta cinta italiana es superior al filme de William Friedkin. A mi tal afirmación me parece exagerada, pero no se puede negar que El anticristo es una película estupenda. Argumentalmente, no hay nada muy novedoso. Tenemos a una mujer poseída en el centro de la Roma más monumental y, como no, la trama conduce hasta el consabido exorcismo. Pero lo que hace destacar a esta película es su estética pictórica, con esas escenas inspiradas en los cuadros de los aquelarres de Goya, con su uso del colo y del sonido, y su capacidad para sugerir más que para mostrar. Y eso pese a su explícito cartel que, tengo que confesarlo, de nño me producía un mal rollo enorme. La película la echaban en un cine al lado de mi casa y yo tenía que pasar corriendo para no ver el dichoso poster. Finalmente, el morbo pudo más y me decidí a vencer mis miedos y ver la película. Fue una sorpresa muy grata. Es un filme culto, sutil e inteligente. Desde aquí se la recomiendo a todos encarecidamente.
Encuentros en la cuarta fase (1974)
Pese a su título, nada que ver con la célebre película de Spielberg, ya que esta se realizó cuatro años antes. Lo que ocurre es que en España se estrenó mucho después y los distribuidores, aprovechando que originalmente se llamaba Phase IV, decidieron usar semejante coincidencia para ver si algún espectador incauto picaba. Pero no se dejen engañar por la burda treta porque el filme es… sencillamente magnífico. Se trata de la única película dirigida por el célebre diseñador Saul Bass (que ideó la escena de la ducha de Psicosis y realizó los títulos de crédito de filmes como Vértigo o Tempestad sobre Washington). El filme puede considerarse como la versión sesuda de Cuando ruge la marabunta. Como su título indica, la trama está dividida en cuatro fases. En la primera se nos muestra la vida en un hormiguero. En la segunda vemos los esfuerzos de la ciencia por aprender a comunicarse con las hormigas. En la tercera, ese contacto se ha hecho posible ya que las hormigas, gracias a una inexplicable mutación, han desarrollado inteligencia. Todo muy bonito, ¿verdad? Pero llega la cuarta dichosa fase en la que se demuestra que la comunicación entre ambas especies es imposible ya que no tienen nada en común, así que una de las dos sobra en el planeta. El primer asalto lo ganan las hormigas, que de improviso atacan medio mundo y lo destruyen por completo. La acción se centra entonces en un laboratorio, donde varios científicos y una chica superviviente de la carnicería, tratan de buscar la manera de detener a sus diminutos enemigos. Pero todo resulta inútil… Las hormigas neutralizan los venenos creando reinas inmunes que paren nuevas generaciones de insectos más poderosos. Hasta son capaces de crear una especie de espejos con los que reflejan la luz del sol para achicharrar a los científcos en su refugio. El final es desolador. La raza humana está condenada a la extinción o… a dar lugar a una nueva especie híbrido entre homo sapiens y hormiga. Sinceramente, no se cual de las dos opciones me da más miedo.
Ceremonia sangrienta (1975)
Vale, lo reconozco. Uno lee el nombre de Espartaco Santoni en el reparto de una película y le entran ganas de salir corriendo. Pero en esta ocasión les pido que sean pacientes, ya que pese a la presencia de tan singular protagonista, Ceremonia sangrienta es una de las mejores cintas de terror realizadas en España. Dirigida por Jordi Grau (director a reivindicar), el filme cuenta la historia de Elizabeth Bathory (interpretada muy bien por Lucía Bose), alias la condesa sangrienta, que asesinaba a muchachas vírgenes para bañarse en su sangre, en la creencia de que así se mantendría siempre joven. Ceremonia sangrienta es una película sólida, muy bien rodada y ambientada, con una excelente atmósfera y en la que la truculencia está perfectamente dosificada. ¡Hasta Santoni resulta competente como actor!
Gomia. Terror en el Mar Egeo (1980)
Entre todos los cineastas italianos, Joe D´Amato (seudónimo de Aristide Massicide) puede ser el que tenga la filmografía más aberrante de todas. Y es que el calificativo de aberrante le encaja perfectamente a esta orgía de auténtico horror que contiene algunas de las escenas más cafres que he visto en una pantalla. Un grupo de turistas llegan a una isla perdida en la costa de Grecia y descubren que está habitada por un caníbal. En la carnicería posterior destaca el momento en que el antropófago agarra a una embarazada, le introduce la mano por la entrepierna y le saca el feto para comérselo crudo, cordon umbilical incluído. Una escena tan retorcida que aún es superada por la que cierra la película, con el caníbal devorándose a sí mismo. Lo dicho… sencillamente aberrante.
El más allá (1980)
Decir que Lucio Fulci era un buen director no sería cierto. Pero algunas de sus películas tenían una fuerza especial. Podría decirse que poseía una especie de talento a la inversa, vamos, que era tan incompetente que casi sin pretenderlo le salían películas de un ritmo y atmósfera tan extraños que resultan especialmente sobrecogedoras. Sin duda, lo más próximo en su fimografía a una obra maestra es El más allá, una película realmente perturbadora aunque, como ya he adelantado, seguramente le salió bien por pura casualidad. La trama arranca en los años 20, en Louisiana; un pintor apóstata que está creando un cuadro blasfemo es linchado por una multitud que le crucifica y le desfigura con cal viva. Varias décadas después una mujer compra la casa del pintor para abrir un hotel. Pero resulta que la dichosa mansión está construída sobre una de las puertas del infierno (mira que tuvieron ojo los arquitectos, ¿eh?). Contada así, el argumento suena casi subnormal. Bueno, hasta se le podría quitar el casi. Pero la atmósfera de la película, su demencial ritmo narrativo y sus atroces escenas gore (destacando la de las arañas que se zampan los ojos de un incauto), la convierten en una obra inclasificable. Además, la cinta atesora al menos dos momentos de surreal belleza: la aparición de la chica invidente inmovil en medio de una autopista metafísica y el momento en el que el cuadro maldito cobra vida. En serio, da muy mal rollo.
Mil gritos tiene la noche (1982)
El español Juan Piquer Simón estaba considerado el rey de las películas de cutremonstruos de goma, hasta que decidió sumarse a la moda del cine gore. En sus manos cayó un torpe guión policíaco del inefable Santiago Moncada. Una trama que no había por donde cogerla, pero el director sabiamente decidió solventar sus carencias argumentales con una buena sobredosis de sangre y tripas. Y le salió una de las películas más cafres rodadas en nuestro país. El agumento es la típica historia de un chaval traumatizado que al crecer se dedica a matar mujeres, con cuchillos, sierras mecáncias… La gracia del asunto (si es que la tiene) está en lo brutas que resultan las escenas de carnicería, con unos efectos especiales inmejorables (lo cual choca aún más tratándose en un filme de Piquer), en los que se ve incluso el momento del corte, con la carne penetrada y la sangre salpicando. Háganme caso… No es apta para estómagos sensibles. Y lo mejor es su brutal e inverosimil escena final, en la que desafiando cualquier noción de lógica narrativa, el director realiza la (literalmente) «tocada de huevos» más bestia de toda la historia del cine.
Alucarda (1975)
A estas alturas, ¿a quien no le apetece una enchilada bien picante y… sangrienta? Nos encontramos frente a uno de los grandes clásicos del cine de horror mexicano, dirigido por Juan Luis López Moctezuma, que había sido colaborador de Luis Buñuel y Alejandro Jodorowski, dos influencias fáciles de rastrear en este filme. La película cuenta la historia de una chica que llega como pupila a un convento poblado por monjas enloquecidas en medio del desierto. Su compañera de cuarto es Alucarda, una morenaza vestida siempre de negro, hija de una endemoniada y un jorobado (delicioso árbol familiar, ¿verdad?), que la introducirá en el mundo del sexo sáfico y de los aquelarres nocturnos. Cuando las monjas descubran lo que ocurre, someterán a las jóvenes a un salvaje exorcismo… La película destaca por su estética alucinada y su ambientación cais surrealista. Los hábitos de las monjas parecen mortajas y están manchados con sangre menstrual a la altura de la entrepierna, y el convento es un lugar demencial plagado de cruces y exvotos. Destaca además el impresionante momento de la resurreción de Alucarda, surgiendo desnuda de un ataúd lleno de sangre mientras profiere salvajes alaridos. Una de las escenas más desconcertantes de la historia (¿o habría que decir histeria?) del cine anormal.
The seeding of a ghost (1983)
En las procelosas aguas del cine de Hong Kong se puede encontrar de todo. Desde lo más exquisito a lo más nauseabundo. Aunque para describir esta película no tengo calificativos. Su protagonista femenina es una hermosa croupier, casada con un taxista y que mantiene una relación extraconyugal con un playboy cuya esposa está embarazada. Una noche, al salir de su trabajo, la chica es perseguida por un grupo de delincuentes que, tras violarla, la matan empalándola en una verja. Tiempo después, su marido salva a un anciano de un grupo de malhechores. El viejo resulta ser un brujo y en agradecimiento le concede el deseo que le pida. Él quiere que su esposa resucite. Y, efectivamente, tras el pertinente ritual, la muchacha vuelve a la vida, pero convertida en un engendro vengador dispuesta a acabar con todos. Primero liquida a sus verdugos, destacando especialmente la muerte de uno de ellos ahogado por un mar de heces sanguinolentas que brota de su inodoro. Es difícil describir el mareante repertorio de atrocidades que contiene esta película, cuyo momento culmen es cuando el espíritu de la chica posee el cuerpo de la esposa embarazada de su amante, y la hace abortar expulsando el feto en trocitos. En fin… sobran los comentarios, ¿verdad?
Audition (1999)
Del japonés Takashi Miike ya he hablado en algunas ocasiones anteriores, cuando comenté Ichi the killer y Suriyaki Django Western. Es un cineasta con las facultades mentales trastornadas y con un rtimo de trabajo tal, que le permite rodar hasta quince películas en un mismo año. Sus filmes son siempre auténticas bizarradas que van de lo absurdo a lo grotesco. Pero Audition es la excepción. Se trata de su película más clásica y mesurada, y también de la mejor. Lo cual no quiera decir que no sea perturbadora. Que lo es. Su protagonista es un millonario viudo que realiza un casting para encontrar una nueva pareja. Vemos las entrevistas que realiza a las diversas candidatas y la película se nos muestra como una especie de metáfora sobre la soledad del ser humano contemporáneo. Hasta que el hombre encuentra entre las participantes en el casting a una muchacha que llama especialmente su atención y comienza a salir con ella… Todo muy normal, salvo por unos inquietantes insertos que nos mustran a la chica sentada en su apartamento mirando fijamente un saco en cuyo interior parece haber alguien encerrado. Finalmente, la mujer se revelará como una verdadera mantis religiosa y someterá al millonario a un juego de humillaciones letales. El tramo final de la película es realmente aterrador. Recuerdo, de hecho, que en el cine en el que la vi hubo bastantes deserciones. No me extraña: las escenas de las agujas hipodérmicas y los ojos, o las de los pies cortados con una sierra, pueden hacer huir a más de uno. Aún así, es una película de atroz belleza y desesperanzado mensaje. No apta para aprensivos ni gente con tendencia al pesimismo.
Al ‘ Interieur (2007)
Permítanme un aviso: esta película francesa no es apta para mujeres en estado. La cinta comienza cuando una mujer embarazada, que ha perdido a su marido en accidente de coche, se encuentra con que una bella y extraña mujer llama a su puerta en plena noche. Lo que sigue es auténtico festival de horror que, de verdad, pone los pelos de punta, y que hace que nunca más vuelvas a sentirte seguro dentro de tu propia casa. Destacan además la presencia de Beatrice Dalle, como hermosísimo ángel de la muerte, y la escena más bruta del filme: una cesárea hecha sin anestesia y con unas afiladas tijeras. Inenarrable.
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