Ni Disney ni nuestros padres o abuelos nos contaron nunca estos cuentos.
La adaptación realizada por Disney de muchas historias clásicas escritas por Andersen o los Hermanos Grimm, convirtiéndolas en largometrajes animados que elevan los conceptos de amor, humildad o generosidad ha edulcorado, de algún modo, las historias originales.
Y es que no podemos olvidar que los verdaderos autores de estas narraciones estaban sumidos en plena literatura gótica, con elementos sobrenaturales y oscuros que, dada la época, no tenían ningún problema en aplicar a sus cuentos o novelas. Aunque en plena época de lo políticamente correcto sea difícil de asimilar, aunque así adulterasen los no siempre agradables conceptos de estas historias.
Visitas a la Bella Durmiente
Es uno de los cuentos que más se ha suavizado con el paso de los años. Aunque las versiones que hicieron Perrault o los Hermanos Grimm mantenían la misma estructura (El pinchazo en la rueca, el joven príncipe fascinado por la belleza letárgica) el cuento original es de Giambattista Basile y tiene por título “Sol, luna y Basile”. En este cuento, el príncipe (que es un rey) viola a la dormida princesa (de nombre Talía), que acaba teniendo dos hijos, niño y niña, y uno de ellos, para alimentarse, quita del dedo de su madre la astilla que la mantiene hechizada. El rey, que vuelve a visitarla periódicamente ya puede uno suponer para qué, se la encuentra despierta y con los niños y los lleva a vivir junto a su esposa. Pero ésta, al más puro estilo de Atreo, intenta que su cocinero haga un guiso con los hijos de Talía para luego decirle con satisfacción que está devorando a su propia carne. Como venganza, el rey ordena realizar un auto de fe y quemarla viva por hereje, aunque se queda feliz con su familia. Al menos tiene final feliz.
Estrangular a Blancanieves
Pese a estar acompañado de un aura especial, al ser el primer clásico de la factoría Disney, el cuento original que los Hermanos Grimm realizaron sobre Blancanieves contenía una serie de nociones que resultan bastante macabras.
La madrastra se muestra como una figura aun más malvada de lo que creemos. Cuando manda al cazador a matar a nuestra protagonista, pide que le traiga de vuelta sus pulmones y su hígado, para así comérselos y adquirir la belleza de Blancanieves. Posteriormente, antes de la famosa manzana, otros intentos de eliminar a su rival van desde estrangularla con un lazo de colores hasta clavarla un peine envenenado en el cuero cabelludo. Eso sí, finalmente Blancanieves obtendrá su venganza, pues el día de su boda invita a la artera reina para acabar sujetando con tenazas a sus pies unos zapatos al rojo vivo y obligándola a bailar con ellos hasta que termina por morir.
El Jorobado de Notre Dame, una obsesión sexual
Basada en un auténtico clásico de Víctor Hugo como es Nuestra Señora de París, en la versión de Disney las intrigas, celos y temores del cuarteto amoroso que gira alrededor de la gitana Esmeralda no fructifican en nada más.
En realidad, según el libro original del autor francés, todo tiene que ver con la obsesión sexual del juez Frollo por Esmeralda. Es Frollo quien manda a su protegido, Quasimodo, a raptarla, es Frollo quien apuñala al capitán Febo por culpa de los celos, es Frollo quien, ignorando el derecho de asilo de la catedral, da a elegir a Esmeralda entre su amor o la horca, y a causa del rechazo, mata a la gitana junto a su madre reencontrada. Aunque posteriormente será Quasimodo quien enloquezca y, tras arrojar a Frollo al vacío, vaya a dejarse morir abrazado a Esmeralda, y años después, al tratar de separar sus cuerpos, los huesos del jorobado se desvanezcan. ¿Una extraña clase de romanticismo o pura tragedia típica del teatro?
La Cenicienta y los pájaros de Hitchcock
Uno de los clásicos más recordados de Disney es la historia de la pobre huérfana basada en el relato de los Hermanos Grimm. Una historia que se tomó bastantes licencias poéticas, entre las que se incluyen el hada madrina, la calabaza o las famosas campanadas. La historia original es mucho más sencilla.
Cenicienta, pobre huérfana maltratada por su madrastra y sus hermanas, amiga de los pájaros y no de los ratones, quiere asistir al baile del que la han excluido y que dura tres días. Cuando lamenta su suerte ante el sepulcro de su madre, un pájaro deposita ante ella un hermoso vestido y unos zapatos, cada día más bellos que el anterior. El príncipe queda prendado de ella, que decide escaparse cada día cuando él intenta acompañarla tras el baile para conseguir algo más. Al tercer día, harto de que ella le dé esquinazo, decide untar la escalera con pegamento, por lo que el zapato que lleva Cenicienta (de oro) se queda pegado. Al seguirla a su casa, el príncipe hace que las dos hermanastras traten de encajar sus pies en el calzado, pese a tener que mutilarlas para conseguirlo (a una la hace cortarse los dedos del pie y a otra el talón) Por cierto, los pájaros siguen siendo protagonistas todo el cuento, pues durante esta celebración unas palomas se dedican a sacar a picotazos los ojos de las hermanastras, al más puro estilo Hitchcock.
El dulce muñeco de mejillas sonrosadas que enseñó a tantos niños los problemas que acarrea el acto de mentir es una farsa en sí mismo. O, al menos, la idea en las primeras versiones de la historia de Carlo Collodi era totalmente distinta.
Y es que Pinocho fue siempre un muñeco problemático. Las mentiras no eran lo único inadecuado de su comportamiento. Por ejemplo, cuando la conciencia representada por el simpático Pepito Grillo se vuelve demasiado molesta, nuestra querida marioneta le aplasta contra la pared utilizando un martillo. Tampoco esa idea del premio al buen comportamiento tiene lugar en la concepción original: Debido a sus faltas, Pinocho acababa ahorcado por un zorro y un gato.
Ni siquiera las últimas versiones adaptadas de los cuentos responden a la estricta realidad. Un gran ejemplo es uno de los últimos éxitos de crítica y público, la película Enredados, basada en el cuento clásico de Rapunzel.
También fue modificándose a medida que pasaban los años, puliendo poco a poco las controversias de la versión original. El príncipe, tras encontrar la torre en la que estaba encerrada Rapunzel, iba a visitarla cada noche, pero aunque en aras de la castidad se venda que las conversaciones nocturnas de esos momentos solo abordaban el matrimonio, el resultado de estos encuentros es que ella quedaba embarazada de gemelos. Al descubrir la traición, la bruja abandona en el desierto a la madre y los hijos.
El suicidio de la Sirenita
Todos recordamos a la dulce Ariel que vivía feliz con sus amigos debajo del mar hasta que se enamora a distancia de un apuesto príncipe y debe recurrir a la malvada bruja, Úrsula, para trocar su voz por unas piernas que le permitan perseguir su sueño de amor. Hasta aquí la adaptación del original es impecable.
Lo que se olvidaron es que el autor danés describió con todo lujo de detalles como para la Sirenita cada paso que daba con sus piernas era como caminar sobre espadas afiladas y que las piernas además tenían la contrapartida de matarla en caso de que el príncipe se enamorase de otra mujer. Cuando esto ocurre, porque el príncipe la considera una especie de bufón al no poder hablar con ella, la Ariel del relato puede optar por asesinarle con un cuchillo, también proporcionado por la bruja, y dejar que la sangre del príncipe corra por sus pies para recuperar su cola de pez y poder continuar con su vida. Aunque como ella todavía le ama y no tiene valor para realizar este acto, opta por suicidarse tirándose al agua. No se puede decir que Andersen fuera un romántico.