El teatro es una disciplina artística inherente al hombre. Es el arte de contar historias, de representar lo que somos y también lo que queremos. Dadas sus propias características, la cercanía al público permite que la fuerza expresiva del teatro sea mucho más potente que en otras expresiones artísticas.
Ahora bien, no siempre es fácil transmitir el mensaje que se quiere dar. A veces los dramaturgos se dejan llevar (intencionadamente o no) por su propio texto y no tienen en cuenta que sus palabras luego tienen que ser puestas en un escenario. Algunas obras, brillantes en su mayor parte, han tardado en ser llevadas a escena por las dificultades que implica la conversión del texto en realidad. Desde aquí recordamos siete obras difíciles de llevar al escenario.
Se puede calificar a Peter Weiss de diversas formas: Polémico, conflictivo, talentoso, adaptable. El artista alemán, que aspiraba a realizar un teatro psicológico que fuese más allá del mero texto, algo que consiguió sin duda con su obra más famosa.
Fue concebida originalmente como Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade y, en ella, unos pacientes del manicomio de Charenton interpretan, dirigidos por el marques de Sade, los últimos días del Doctor Marat, uno de los personajes más destacados de la Revolución Francesa. La obra será un ejercicio de teatro dentro del teatro, pues la trama principal se ve interrumpida constantemente por la propia actividad de los locos. El hecho de coordinar dos obras en una, y de mantener el interés en la narración principal mientras se le da a los diferentes personajes su propio espacio para que se expresen es un desafío para todo director de escena que se precie.
Más allá del mito, o el símbolo, que supone, Lorca es uno de los grandes autores teatrales universales de todos los tiempos. Prolífico, curioso, inquieto, fue pionero en España a la hora de acercarse a vanguardias tales como el Surrealismo. Su proceso creativo pasó por varias fases, y esta combinación de factores hace que no todas sus obras sean fáciles.
En este contexto estarían las obras que el propio autor andaluz calificó de “Irrepresentables”, pues creía que jamás podrían llevarse a escena. Quizá la más difícil sea Así que pasen 5 años. Falta de coherencia narrativa y de un simbolismo exagerado, la necesidad de un escenario simultáneo, de personajes y elementos que entran y salen sin explicación aparente, representación del mundo onírico, hacen del montaje de esta pieza uno de los más difíciles para cualquier director teatral.
Roberto Artl, uno de los grandes de las letras latinoamericanas, compaginó su trabajo como escritor y periodista con su fascinación por el teatro, un género que renovó al escribir siete obras que huían de los patrones comerciales que, entonces, poblaban los escenarios y buscaban la independencia, la experimentación, llegar al público por otros caminos.
Dentro de sus muy recordadas obras hay una en concreto, como es La fiesta del hierro, en la que se ejerce una constante presión psíquica sobre el espectador, que auna crueldad, religiones arcanas, diversas realidades, en fin, un mundo difícil de recrear dada su complejidad.
Lo de Alfred Jarry no se sabe si fue genio o duende. Siendo apenas un adolescente imberbe siguió con la tradición que había en su escuela de retratar a uno de sus profesores más extravagantes, monsieur Hebert, en aventuras y distintos vehículos expresivos. Jarry decidió hacer una obra de teatro, una pieza tan exagerada, delirante y rompedora que resultó una sorpresa la gran acogida que tuvo.
Si decimos que el precedente del teatro de lo absurdo, ya podemos imaginar que no es una obra de fácil puesta en escena. A la dificultad del ingente número de personajes y cambios de escenario (La obra se desarrolla en lugares tan dispares como Polonia, Lituania, Barcelona o el Báltico) se le unen algunos personajes difíciles de representar (Todo el ejército ruso o todo el ejército polaco, por ejemplo) dando lugar a un complicado repertorio para todo aquel que se enfrente a esta obra.
La gran producción teatral del dramaturgo nórdico, considerado el padre del drama realista moderno, uno de los grandes renovadores del género, ha estado siempre llena de controversia por sus escenas provocadoras, sus frases lapidarias y su ruptura con los cánones establecidos hasta el momento.
Sin embargo, posiblemente la obra más difícil de representar del genio noruego sea una de las primeras: Peer Gynt, un drama fantástico que explora el folclore de su patria. La dificultad estriba tanto en los rápidos cambios de escena (incluyendo un acto que transcurre en la más completa oscuridad) como en conjuntar el texto literario y la música utilizada, pues la obra utiliza música incidental compuesta por Edward Grieg. De hecho, las melodías de esta obra han sido ampliamente utilizadas después como banda sonora de bastantes películas.
Ramón María del Valle Inclán fue uno de los autores más destacados en la literatura española. Polivalente, trabajó todos los géneros literarios, pero el teatro siempre le atrajo particularmente, ya que, además de dramaturgo, fue actor, adaptador, traductor, escenógrafo, director teatral y productor. Luces de Bohemia es, probablemente, su pieza más conocida.
Esta obra, emblemática en muchos aspectos, tanto por ser un auténtico retrato de Madrid como por inaugurar el género del esperpento, puede dar más de un quebradero de cabeza a la hora de ponerla en escena, en parte por la transición entre una y otra escena, pero especialmente por las acotaciones que uno encuentra en el texto ¿Cómo se representa adecuadamente una “cara de tocino rancio”?
La tragedia que alcanzó a los Cenci, una familia aristocrática romana, en 1599, cuando Beatriz y Santiago Cenci fueron ejecutados, junto a su madrastra, por asesinar a su padre Francisco Cenci debido a sus abusos y excesos. Muchos fueron los autores fascinados por esta historia de perversiones y traición: Alejandro Dumas, Stendhal o Percy Shelley dieron sus particulares visiones sobre la misma.
Pero fue Antonin Artaud el que realizó la versión más recordada de esta obra, pues le sirvió para fundamentar los principios de su teatro de la crueldad, aquel que apuesta por el impacto violento en el espectador y apela al subconsciente en contra de la lógica y la razón. No es para menos con esta brutal obra, donde violaciones, asesinatos, orgías y enloquecimientos se manifiestan continuamente y de forma bastante explícita.