Fappening viene de fap, y fap es la representación onomatopéyica de masturbación (fap, fap, fap). The fappening es también el escándalo que saltó a finales de este verano cuando decenas de fotos de famosas empezaron a circular libremente por internet. Su difusión desató las iras de las celebridades, suscitó la curiosidad de millones de internautas y puso a trabajar a los mejores bufetes de abogados del mundo. Acusaciones y desmentidos se sucedieron en una espiral exculpatoria que terminó en un único dedo acusador: el portal underground 4Chan, que los delincuentes utilizaron para la difusión de las imágenes. Desde allí se liberó la intimidad de Kim Kardashian, Rihanna, Jennifer Lawrence, Mary-Kate Olsen… y un centenar de celebridades más. Y tras todas ellas, inocente o no, pero siempre controvertido, Christopher Poole, un neoyorquino descarado e insolente con el establishment que a los 13 años ya había creado este sitio de turbia legalidad. En 2010 su portal acogió la operación Tetas del desierto, una acción que bloqueó la web del Parlamento australiano por su intención de filtrar la información pornográfica en la red. Ahora, y tras otras “travesuras”, como la de lograr situar la esvástica entre los contenidos más buscados en Google, su portal vuelve a la actualidad con el asunto de las famosas.
¿Es Poole el responsable de la filtración? En Reddit también han aparecido imágenes, y hay quien sostiene que las fotos proceden de AnonIB, una escisión de 4Chan de carácter anónimo y dedicada a la pornografía, aprovechando una debilidad de la nube de Apple. Los responsables de la firma de Cupertino no quieren hablar mucho del tema y remiten a un escueto comunicado autoexculpatorio emitido el 2 de septiembre que algunos especialistas respaldan. “No fue una brecha de seguridad en iCloud, como se rumoreó en un principio”, sostiene Daniel Creus, investigador de seguridad de Kaspersky. “El origen pudo estar en Find my iPhone, un servicio que permite rastrear el teléfono en caso de pérdida y que posiblemente los criminales utilizaron para probar combinaciones de usuario y contraseña de manera ilimitada”, explica Creus. “Es lo que se denomina una ataque de fuerza bruta. Cuando un internauta utiliza un password débil, es fácil acceder a ese servicio sin dificultad”, continúa el investigador.
Un submundo en la web
Millones de archivos secretos de índole pornográfica se mueven cada día en la web profunda, cuyos contenidos no pueden indexar los principales buscadores, como Google, Yahoo y Bin. Se calcula que su tamaño es 500 veces superior al de la web superficial, y no es difícil imaginar que ahí anidan prácticas no siempre legales, como la falsificación documental, la venta de drogas y el material pornográfico. Quizá también las polémicas fotos de las famosas.
Las reacciones al affaire no se han hecho esperar. Si el celebgate, como también se conoce, se ha colado en los mentidores cibernéticos, la réplica vestida de creatividad se ha sucedido casi a la par. Censura para unos y arte para otros, bajo la denominación unfappening se agrupan creadores que utilizan los recursos estilísticos más diversos con el fin de esconder las partes picantes de un desnudo. Pajaritos, flores, libros y collares hacen ahora las funciones de aquellas tiritas negras que a mediados del siglo XX ocultaban pezones y genitales. Persiguen devolver la privacidad y el honor a los protagonistas de imágenes que fueron robadas sin consentimiento.
¿Es que no imaginaban las famosas que algo así podía ocurrir? “En el momento en que subimos algo a la nube o compartimos algo por un medio digital, aceptamos que la información puede terminar haciéndose pública”, explica Daniel Creus.
Tanto la petición de la imagen de un desnudo como su envío forman parte del juego de la seducción. “El cortejo siempre tiene algo de visual. Es así en todos los mamíferos y desempeña un papel fundamental en la erótica. Atraer a otra persona te hace sentir bien. Tras el intercambio de fotos de desnudos hay un flirteo sexual o de pareja tan antiguo como el ser humano”, explica María Contreras, socia fundadora del Centro Psicoterapia Vínculo.
Pero ¿y si fuera un negocio? Pamela Anderson y Tommy Lee consiguieron de Internet Entertainment Group 1,5 millones de dólares de indemnización por la difusión de un vídeo en el que mantenían relaciones sexuales. Paris Hilton, 400.000 dólares por una cinta similar, 1 Night in Paris, con su expareja Rick Salomon… Ahora, las famosas vulneradas solicitan cuantías a Google que superan los 100 millones de dólares. “Las sanciones en Estados Unidos pueden alcanzar cifras elevadísimas. Son casi un incentivo. Te puedes hacer rico, opina Javier Cremades, presidente fundador del despacho Cremades&Calvo Sotelo, especializado en derechos de imagen en la red, entre otros asuntos. “En España, sin embargo, no hay un mercado del honor. Se trata más de una sanción para desincentivar al infractor que una indemnización para el que ha sufrido el daño. Aquí lo único que se puede conseguir es el amparo y la tutela judicial”.
Maria Pia Grillo es una ciudadana de Montreal. Tomaba el sol en el porche de su casa con un escote generoso, que no en top-less, cuando acertó a pasar por allí uno de los coches de Google que mapean las ciudades. La imagen de Maria Pia podía verse poco después en Google Street View, y el buscador tuvo que indemnizarla con 2.250 dólares tras una polémica sentencia que fue ampliamente recogida por el diario local Le Journal de Montréal. “Es un caso frontera, porque no hay una intención de divulgar la intimidad de esta señora”, sostiene Cremades. “Ella se ha expuesto voluntariamente en un recinto exterior… Hay argumentos a favor y en contra”.
Pero ¿qué pasa si algo así nos ocurre a nosotros, si alguien difunde nuestra intimidad para presumir de conquista? El porno casero está lleno de vídeos de parejas despechadas. “Es frecuente entre adultos querer hacer daño tras una ruptura”, dice Contreras. Y la mejor manera de actuar ante una divulgación no consentida de nuestra intimidad es, tras la denuncia, asumir los hechos. “Hay que hablar con el entorno cercano para que no lo descubran de forma accidental”, añade Contreras, “tanto si es por un ánimo de venganza como si las motivaciones son otras”.
El exhibicionismo de conquista también está detrás de los adultos. “Queremos seguir sintiéndonos jóvenes, explotando el físico. Aunque es un juego erótico consentido, es conveniente adoptar ciertas precauciones, como no mostrar nunca la cara o destruir el material “sensible” conjuntamente con la otra persona cuando una relación se acaba”. Más en el caso de las mujeres. Si Winona Ryder, Jennifer Lawrence, Rihanna, Kate Upton, Kirsten Dunst, Scarlett Johansson… y muchas más han puesto el grito en el cielo, es porque el desnudo femenino es más dañino para la psique de una mujer que cuando la filtración de la desnudez tiene a un hombre como protagonista.
Basta un pequeño descuido, un móvil perdido, olvidado o robado para que cualquiera pueda acceder a la intimidad de su propietario… incluso la policía.
Sean Harrington, un oficial de policía de 35 años de una localidad llamada Martínez, en California, lleva años sustrayendo fotos de los teléfonos de las mujeres a las que detiene. “Es un juego”, explicó mientras le interrogaban, “lo hacemos muchos agentes”. Harrington no dudó en mandar las imágenes a su grupo de amigos, quienes a su vez las reenviaron a su círculo más próximo, que a su vez… Y cuando entran en la red, ya no hay prácticamente nada ni nadie que las pueda controlar.
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