La psicología es una ciencia joven. Nació a finales del siglo XIX. Los primeros experimentos psicológicos se relacionaban con procesos básicos, como la percepción y la sensación. Por ejemplo, se medían tiempos de reacción ante determinados estímulos. Nada excitante. Debido al avance de la psicología social, los estudios se fueron animando; en buena parte gracias, además, a los horrores de la Segunda Guerra Mundial, ya que los psicólogos querían responder a la pregunta de cómo podía ser posible que los humanos hubieran cometido tantas atrocidades.
Muchos de los grandes experimentos que descubrirás en este texto serían totalmente impensables hoy en día, ya que ningún comité de ética los aprobaría.
En muchas de las investigaciones, los científicos responsables explicaban medias verdades y lograban que la gente participara en ellas. Porque de lo contrario, quién querría angustiarse, hacer lo impensable, desmoronarse, por un investigador que buscaba poner a prueba una teoría psicológica. Precisamente a raíz de estudios como el de Milgram y Zimbardo (que explicamos adelante) se determinó establecer un código ético para futuros experimentos, una serie de reglas basadas en el consentimiento plenamente informado de los voluntarios sobre los objetivos y las implicaciones del experimento, así como en su libre y total derecho a dejar la prueba cuando quisieran. Por eso, desde finales de la década de 1970, los experimentos de psicología social son más seguros, pero también (hay que reconocerlo) más aburridos.
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