Prueba, goza y cuéntalo
La bloguera sexual Venus O’Hara esfuerza tanto su mano derecha que ella misma cuenta que le ha salido un pequeño quiste en la muñeca. Su brío no viene solo de darle a la pluma. Hace un tiempo decidió convertirse en probadora de juguetes eróticos para luego compartir sus virtudes (o defectos) con sus lectores.
¿Envidia? La firma Bijoux Indiscrets ha comenzado su cuenta atrás para encontrar 1.000 mujeres, de formación y cultura diferentes, y poner en marcha un estudio que certifique el diamante vibrador Twenty One con el sello “Orgasmo garantizado en el segundo uso”. Una de sus creadoras, Elsa Viegas, está convencida de su infalibilidad y quiere dar fe con una investigación independiente y amplia.
Las voluntarias deberán escribir a pr@bijouxindiscrets.com comentando que les gustaría probar el diamante y explicando brevemente la razón y bajo qué parámetros lo evaluarían. Les llegará inmediatamente una muestra que las comprometerá a ofrecer a cambio su opinión.
Ya se sabe que trabajar con motores tiene sus riesgos. Aunque, como dice Venus O’Hara, siempre cabe la posibilidad de encontrar un asistente que sujete el juguete mientras lo prueba, o aprender a masturbarse con la mano izquierda. Más si detrás hay una causa tan noble como la que indica Viegas: “El 75% de las mujeres necesita estimular su clítoris para llegar al orgasmo. ¿Por qué no probar, entonces, con un diseño que te puede llevar el placer a lo más alto con sus diferentes modos y zonas de vibración?”
Viegas invita a rendirse al placer sin límites. El resultado lo tendrá cuando sus usuarias empiecen a relatar sus experiencias con el vibrador.
30.000 euros y mil orgasmos
El trabajo de mujeres como Nat Gavey es doblemente gratificante. Esta joven británica confesó que cobra unos 30.000 euros al año de un sex shop por estrenar lencería erótica y probar juguetes sexuales. Ella lo define como el trabajo más placentero del mundo.
Estos son los cuatro requisitos para trabajar como probadora sexual:
1. Una actitud sana y positiva hacia el sexo.
2. Un espacio íntimo para usar los juguetes.
3. Una comprensión suficiente del lenguaje sexual más habitual para describir las sensaciones y aportar una opinión personal.
4. Honestidad con la empresa que envía el juguete.