Os proponemos una ruta de viajes diferente. Nueve lugares para perderser (literalmente), porque vamos a hablar del laberintos. Nadie sabe si el más mítico de todos, el de Creta, realmente existió. Y otros, como el de la película El resplandor, solo existieron en la ficción. Pero, en el mundo real, hay muchísimos laberintos que suponen un reto fascinante para los amantes del misterio y la aventura. Aquí os mostramos algunos de los más llamativos. No tenemos constancia de que en ninguno de ellos vivan minotauros, pero… ¿quien sabe?
Este no hay que ir muy lejos para visitarlo, ya que se encuentra en Madrid. Más concretamente, en el distrito de Barajas, en el Parque de El Capricho, que fue mandado construir por la Duquesa de Osuna en 1787.
Es como el Guadiana, que aparece y desaparece. Fue construído en la ciudad china de Xining en 2009, para festejar el año nuevo chino. Desde entonces, cada primavera se derrite y al llegar un nuevo invierno se vuelve a levantar.
El legado ruinoso de un dictador
Los restos de este laberinto forman parte de un abandonado parque de atracciones que el dictador serbio Slovodan Milosevic mandó construir en la ciduad de Pozarevac. Tras la caída del tirano, la estructura fue parcialmente arrasada por hordas de ciudadanos furiosos.
El laberinto de la política
Construído en Utah, en 2004, cuando George Bush jr y John Kerry se enfrentaban por la presidencia de los Estados Unidos, representa los rostros de ambos candidatos.
Se encuentra en Vancouver y fue creado por el artista canadiense Ken Lum. Sin duda, haría las delicias del Orson Welles de La dama de Shangai.
Está en Holanda, y tiene fama de ser uno de los más intrincados del mundo. Tanto, que siempre hay dos guías revisando el lugar para localizar a los turistas que se pierden en su interior.
Davis Mega Mistery Laberynth
Se encuentra en un maizal de Sterling, Massachusetts. Su mayor atractivo es que cada año cambia de forma.
Otro laberinto que podemos vistar sin salir de la península, y que en este caso está situado en Barcelona. Fue construído en 1794 por el arquitecto italiano Doménico Bagutti.
Tiene fama de ser el laberinto vegetal más grande del mundo, y está situado en la campiña francesa, en un campo de girasoles. Se puede decir que el laberinto renace cada año, ya que se forma cuando germinan y crecen los girasoles allí plantados.