Felice Beato llegó a Japón en 1863. Hacía sólo una década que el país oriental había puesto fin a su aislamiento, lo que significaba que aún no eran muy numerosos los occidentales que pisaban territorio nipón. Durante cuatro años, Beato retrató a los hombres y mujeres del país del sol naciente. Las que os mostramos son una pequeñísima selección de sus impresionantes imágenes, que nos muestran un país que todavía estaba a caballo entre el feudalismo y la modernidad.
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