Darwin no tenía dudas: sabía que la vida en la Tierra es muy diversa. Lo que aún desconocía era el número aproximado de especies que pueblan nuestro planeta. De hecho, esta observación puso a prueba la fe religiosa que se le había inculcado de pequeño. Afortunadamente, esta no superó a la capacidad de librepensador que heredó de su padre (médico) y de su abuelo, Erasmus Darwin (filósofo que creó La Sociedad Lunar, un grupo de discusión de naturalistas e industrialistas). Así, la explicación religiosa no le bastaba a Darwin. Y cuando hizo el viaje alrededor del mundo a bordo del Beagle en la década de 1830 descubrió que todas las islas del
Océano Pacífico estaban pobladas con diferentes especies de aves, propias de cada isla. Este hecho le llevó a cuestionarse: ¿por qué Dios necesitaría crear tantos miles de especies de aves, muchas de ellas solo presentes en una isla, cuando unos pocos cientos de especies serían suficientes? Darwin calculaba que existían cientos de miles de especies. Hoy, cuando aún se siguen descubriendo nuevas, sabemos que hay millones. Pero cuántas todavía se discute. Algunos dicen 10 millones, y otros 100 millones.