La potizza y otras comidas predilectas de presidentes y políticos

La reciente visita del presidente de los Estados Unidos y la primera dama ha estado llena de anécdotas. Entre ellas la ya popular ‘potizza’.

Todo empezó cuando el Papa le preguntó a Melania si le daba a su marido potizza para comer. Los periodistas creían que el Papa se había equivocado y, en realidad, se refería a la pizza. Pero no. La potizza es uno de los tradicionales dulces esloveno.

Por su aspecto, no dudamos que le encante comer en abundancia. Pero es especialmente aficconado a aquellos platos que contienen aleta de tiburón.

También tiene debilidad por el queso emmental.

Los poco saludables hábitos alimenticios de Donald Trump han dado mucho de que hablar desde la campaña presidencial hasta ahora.

Le gusta la comida basura, los tacos, los bocadillos, el pollo frito de una conocida cadena de comida rápida y las chuletas de cerdo.

En alguna ocasión, el presidente español ha declarado que le encantan los platos de cuchara: lentejas, callos o un codido madrileño.

Al expresidente norteamericano le gusta la comida rápida, especialmente las hamburguesas. También los frutos secos, el chocolate con leche y las verduras. Eso sí, siempre evita en sus platos los espárragos y la mahonesa.

Es un gran aficionado a la cerveza, razón que le llevó a tener en la Casa Blanca una pequeña fábrica para elaborarla.

Es conocido que el mandatario ruso tiene un gusto conservador en lo que respecta a su dieta. Le gusta especialmente el pescado y la carne de cordero. Por otro lado, no tiene especial afición por el dulce (exceptuando el helado de pistacho).

El antiguo primer ministro británico declaró en una ocasión su pasión por la pasta con salchicha picante.

Al expresidente francés le encantan las alcachofas, el foie gras, el yogur y el chocolate. Paradójicamente (para un francés) detesta el queso.

La reina de Inglaterra detesta el marisco y tiene predilección por la comida británica y las patatas.