12 preguntas (y sus respuestas) que demuestran lo mucho que te queda por aprender…

Es lo que parece cuando se les aplica una técnica conocida como endoterapia, que se utiliza para tratar plagas. Quienes recurren a ella lo hacen para ahorrar costes y para evitar pulverizar productos químicos en la vía pública, pues eso conlleva un riesgo potencial para las personas. El procedimiento consiste en inocular sustancias fitosanitarias o insecticidas en el tronco a través de una aguja. Una vez que la sustancia entra en el sistema circulatorio de la planta, el compuesto se distribuye por todo el árbol por sí mismo. Pese a la similitud aparente con la vacunación, el método no es una versión para plantas: las vacunas entrenan al organismo para que él mismo aborde un problema, y no es el caso. La endoterapia se parece más a la administración intravenosa de una medicina.

El origen de esta terapia está en los hospitales de finales del siglo XIX. En aquella época se usaban grandes lámparas que imitaban al sol para tratar el raquitismo, una enfermedad que se debe a una falta severa de vitamina D. La idea se abandonó cuando la vitamina comenzó a administrarse de otras maneras, como añadida a la leche, y se buscaron nuevas utilidades a las lámparas. Actualmente se comercializan cajas de luz para curar la depresión estacional y para tratar diversos problemas de la piel.

Es difícil saberlo, pues las pruebas que se presentan no suelen ser independientes o son difíciles de replicar. De ahí que haya que tener cautela cuando se habla de la potencia de la Dodge Tomahawk (en la foto). Según los fabricantes, el mastodonte de 500 caballos, que recuerda más a un coche aligerado que a una motocicleta, podría alcanzar una velocidad de entre 480 y 680 kilómetros por hora, pero no existe una prueba imparcial que lo haya confirmado. La moto más rápida que se fabrica en cadena, lo que da más credibilidad a sus especificaciones, es la Kawasaki Ninja H2R, que sobrepasa los 400 kilómetros por hora.

Las bacterias solo se ven cuando se acumulan y crecen en bloque, siguiendo vistosos patrones. Pero hay sorprendentes excepciones, como Thiomargarita namibiensis. Esta bacteria vive en el lecho marino del océano Atlántico, en Namibia, y es la más grande que se conoce; llega a alcanzar una longitud de 0,75 milímetros. También puede verse a simple vista la bacteria Epulopiscium fishelsoni, que vive en las vísceras del pez cirujano real y que alcanza los 0,5 milímetros.

Es una manera de cosechar el fruto que comenzó a usarse en la década de 1960, cuando empezaron a emplearse medios mecánicos para facilitar la colecta. El proceso es muy eficiente porque esta fruta tiene vesículas de aire en el interior, lo que significa que basta con anegar el terreno y pasar una máquina que remueve los arbustos para que los arándano s queden flotando en el agua, al alcance de las manos de los recolectores. La inundaciones, que alcanzan poco menos de medio metro de altura, se llevan a cabo el día previo al que se recoge el fruto. Actualmente, alrededor del 85 por ciento de los arándanos que se comercializan se obtienen siguiendo este método. Se destinan a elaborar zumos, salsas y otros productos procesados. Los destinados a cocinar y a consumir en crudo siguen recogiéndose a mano, con un proceso lento que se paga en el mercado.

Hay bastante libertad. La primera parte del nombre podría designar varias cosas, como la estrella que orbita y la misión que lo ha hallado. La segunda sería una letra minúscula que haría referencia al orden en el que fue encontrado en su sistema solar, y que empieza por la letra b. Por poner dos ejemplos, si fuera el primero que se descubre en nuestro sistema solar podría llamarse Sol b, y si fuera el primero del 186º sistema solar que detecta el telescopio espacial Kepler se llamaría Kepler-186 b.

Los de la cabra montés, que es típica en España, pueden alcanzar unos 70 centímetros de media a los 9 años. Pero hay especies, como Capra ibex, cuyos machos tienen cuernos de hasta un metro de longitud. La envergadura de los cuernos de las hembras es, como máximo, un tercio la de los machos. La clave para que unos cuernos de tal calibre no desequilibren a estos acróbatas, capaces de trepar hasta por las paredes de una presa, es que están huecos. En todo caso, los íbices no podrían escalar por las paredes de los Alpes, como en la foto, si sus pezuñas no tuvieran una estructura singular que las convierte en ventosas.