Creo que el mayor desafío de la ciencia es comprender cómo son y funcionan la consciencia, la percepción, la memoria… Es un gran reto intelectual que puede ir acompañado de gigantescos avances prácticos: por ejemplo en la cura de la esquizofrenia, la depresión u otras enfermedades de la mente que son increíblemente costosas para la sociedad. Pienso que la mente humana representa la última gran frontera para la ciencia, pero me temo que sea demasiado complicada para que la podamos entender algún día.
Sin embargo, si algún día pudiéramos entenderla por completo iríamos más allá que cualquier filósofo o pensador de la historia: entenderíamos de verdad por qué somos como somos. Y mucho más: ¿sería factible insertar nuevos circuitos neuronales o alterar los viejos de modo que cambiaran las opiniones, los recuerdos, las emociones y otras expresiones que definen nuestra realidad subjetiva?
Para encontrarlo están usando el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el experimento más caro y complejo de la historia de la humanidad. El bosón de Higgs, conocido comúnmente como partícula de Dios, explicaría cómo las partículas adquieren masa. Y por supuesto sería una pieza más del rompecabezas que compone la realidad. Algo realmente difícil de entender, como ya dijo Murray Gell-Mann, Premio Nobel de Física por sus descubrimientos sobre partículas elementales, que describió la mecánica cuántica como «esa disciplina misteriosa y confusa que nadie de nosotros entiende de verdad pero que sabemos cómo usar». Stephen Hawking ha apostado 100 dólares a que no se encontrará nunca el bosón de Higgs. Ya en 1974 apostó a que un extraño objeto en la constelación Cisne X1 no sería un agujero negro. Perdió.
Parece imposible que algún día podamos conocer la posición, velocidad y energía de todas las partículas del Universo, pero aun así, ¿estas se rigen por leyes fijas, ajenas a la aleatoriedad y el azar? Si es así, ¿existiría la libertad? ¿Podríamos predecirlo todo? ¿Todo acontecimiento físico, incluyendo el pensamiento y las acciones humanas, está determinado por una inflexible cadena causa-consecuencia?
es una mezcla de los dos misterios anteriores, una mezcla de física y neurociencia (nuestro cerebro también está constituido de partículas). Parece imposible que algún día podamos conocer la posición, velocidad y energía de todas las partículas del universo, pero aún así ¿éstas si rigen por leyes ajenas a la aleatoriedad y el azar? ¿Entonces no existiría la libertad? ¿Todo acontecimiento físico, incluyendo el pensamiento y acciones humanas, está determinado por una inflexible cadena causa-consecuencia? La mayoría de físicos considera que el azar juega un papel importante en la escala atómica pero que a escala humana el mundo es prácticamente determinista: la vida, pues, es una ilusión.
Pero quizá esta clase de preguntas tienen tanta miga que quizá ni siquiera esté bien planteada, del estilo de ¿qué había antes del Big Bang, qué hay más allá de los límites del universo o cómo se las arregla una partícula para pasar a través de dos rendijas a la vez? Con todo, algunos investigadores ya han asistido a juicios para testificar que al acusado no se le puede acusar de nada de lo que hizo fundándose en que el cerebro parece operar ajeno a nuestra voluntad. Nos espera un futuro legal realmente peliagudo deconfirmarse que no existe el libre albedrío.
Redacción QUO
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