En general, se calcula que entre el 12 y el 15 por ciento del peso de un coche está compuesto, al menos, por diez tipos de plástico. Según la Asociación Española de Industriales de Plásticos hay hasta mil piezas de este material, suaves y duras, flexibles y rígidas, en los asientos, el salpicadero, depósitos de todo tipo, iluminación…
El más habitual es el polipropileno, que constituye un tercio de todas las variedades que hay en el vehículo y se mezcla con otros tipos para formar piezas deformables como los parachoques. Uno de los mayores beneficios del plástico, desde el punto de vista del conductor, es que su ligereza le hace ahorrar en combustible: un diez por ciento menos de peso conlleva una reducción del 5 por ciento en el consumo.
Si el plástico nunca hubiera entrado en la cadena de montaje, los automóviles pesarían ahora entre 200 y 300 kilos más.