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El robot
El SPD-13, más conocido como Speedy, es el robot explorador más veloz de su época (2015). Fabricado para soportar temperaturas ex­tre­mas, su primera misión es la estación minera de la cara solar de Mercurio. Protagoniza el segundo cuento: Sentido giratorio.

La historia
Dos ingenieros de US Robotics, Powell y Donovan, son enviados a una mina construida hace diez años en Mercurio, en compañía de Spee­dy. Su misión: tienen 48 horas para construir una ba­rrera de fotocélulas que aísle la mina del sol, para que el hombre pueda sobrevivir en su superficie y utilizarla. Para conseguirlo, necesitan extraer selenio –componente esencial de la ba­rrera­– y envían el robot a buscarlo. Extrañados por su tardanza, se dan cuenta de que Speedy está dando vueltas alrededor de un pozo. ¿Se habrá vuelto loco? Para averiguar por qué no ha obedecido, salen en su busca. Al acercarse, detectan que el pozo de selenio al que habían enviado a Speedy emana sustancias tóxicas que producen una reacción de embriaguez en el robot. Como no pueden llegar has­ta él, lanzan una bomba aún más tóxica, para obligarle a volver. Pero aun así, el robot sigue girando en torno al po­zo. En­tonces, Powell se pone en peligro, y el robot, inesperadamente, vuelve.

El dilema
¿Por qué Speedy no obedece, tal y como le obliga la Segunda Ley?

LAS TRES LEYES DE LA ROBÓTICA
1.- Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2.- Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes se oponen a la primera Ley.
3.- Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda Leyes.

Redacción QUO