«No tuve que crear nada diferente de lo que tuve que hacer. Solamente lo que hago todos los días: nadar”, de esta sencilla forma explicó Teresa Perales, la nadadora paralímpica que más medallas ostenta (en total 22) y embajadora de Telefónica, en qué consistió la esencia del experimento donde acabó convertida en una obra de arte musical. El proyecto se titula Sinfonía Teresa Perales. Anatomía de una brazada.
Ella se definió, durante la presentación de esta pieza, como una persona auditiva que emplea la música para entrenamientos y como un canal para enfrentarse a los retos de su vida. Sin embargo, en este caso fue ella quien se convirtió en el objeto del desafío: convertir sus movimientos en una sinfonía.
Acostumbrada a entrenar de vez en cuando con accesorios como pantalones especiales o sandalias, en este caso tuvo que llevar un peso extra añadido: un pulsómetro. Se le hizo difícil a la vez que interesante. “Lo interesante era que Teresa Perales creara su propia pieza musical”, señala Pablo Palacio, compositor musical, psicólogo y participante en el proyecto.
Mientras tanto, la piscina, transformada en un plató con la última tecnología audiovisual, dos cámaras, varios sensores de visión externa y subacuática, y un equipo de 20 personas, la acompañaron durante un día de entrenamiento para tomar nota de sus biorritmos. En total monitorizaron un recorrido de 100 metros de nado, con 169 brazadas y un plano secuencia de dos minutos recogidos en 84.750 datos en dos lenguajes de programación. Según Pablo Nieto, director y creativo en la productora Zissou, colaboradora del proyecto: “Era importante que viéramos la belleza, la armonía y la precisión. Siempre necesitábamos una cámara de gran formato tanto dentro como fuera del agua”.
El resultado: brazadas que suenan como violines y que llegan, en un crescendo, hacia el otro lado de la piscina. De vez en cuando interviene la respiración, rompiendo un ritmo agudo, parecido a la percusión de un xilófono. Todo sintético. “Realmente uno de los retos son las decisiones que tomas para sonificar cada una de las brazadas”, explicó Palacio, quien tras poner el acento en que no existen dos brazadas iguales, reveló la dificultad de reproducir dos notas iguales. “Esa sensación de la fluidez, de la libertad, de no estar encorsetada. No hay dos brazadas iguales, no hay dos movimientos iguales”, añadió Perales.
Este proyecto se enmarca en los cuatro retos que la deportista asumió por parte de la Fundación Telefónica de cara a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El primero fue un cortometraje donde compartió pantalla con actores como Hugo Silva y Javier Gutiérrez, al que siguió un tebeo gratuito sobre ella realizado por dibujantes internacionales y una aparición en el programa Masterchef.
Lydia Coste, directora de comunicación de la fundación, hizo hincapié en la naturaleza de Anatomía de una brazada como el primer experimento de este tipo que agrupa deporte, música y tecnología. Palacios, por su parte, lo describió como: “Ese reto tan constante de superación, de la música que nos hace sentirnos mejores personas y la innovación, que también aporta la música”
Redacción QUO
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