Puede que en el futuro seamos capaces de producir plantas en masa, pero éstas no serán verdes. Este es el modelo en el que actualmente se encuentran trabajando científicos vinculados a la Agencia Espacial Europea de Alemania e Italia, quienes se han basado en evidencias sobre la soja.
El verde de una planta viene dado por la absorción de la luz por parte de las células vegetales. Éstas contienen un pigmento conocido como clorofila, que actúa como un foco de absorción en los cloroplastos. ¿Son estos fundamentales para absorber la luz? Lo cierto es que no. Si fuera así, los seres humanos seríamos verdes. Los mamíferos basamos nuestro color en la melanina, que si bien también se encuentra presente en el reino vegetal, la forma en la que interactúa con los rayos ultravioleta en la epidermis es la causante de nuestro color y la manera en la que recibimos la luz solar.
Los científicos de la Agencia Espacial Europea se basan en una variedad de soja mutante que solo contiene un 20% de clorofila respecto a las plantas verdes habituales. Esta deficiencia cambia las propiedades de sus hojas, que adquieren un color amarillento. Sin embargo, reflejan la luz muchísimo más que sus parientes verdes, lo que se traduce en una menor absorción de energía. No obstante, fijan mucho más el dióxido de carbono del aire, lo que resulta positivo para los cultivos.
Los investigadores pretenden medir el brillo que emiten los seres del reino vegetal y así observar de qué forma convierten el dióxido de carbono en carbohidratos fundamentales para la fotosíntesis. Para ello, emplearán un sensor denominado HyPlant, desarrollado por el Centro de Investigación Jülich (Alemania), basado en ‘cámaras’ capaces de detectar la luz reflejada y emitida en las plantas.
“Por primera vez podremos medir si las nuevas ideas relacionadas con la fisiología de las plantas pueden detectarse por instrumentos voladores, allanando el terreno para seguir desarrollando tecnologías”, explica Dirk Schuettemeyer, coordinador de campaña de la ESA.
“En primera instancia HyPlant podrá observar una larga explanada de soja mutante cerca de los campos verdes. El siguiente paso será cuantificar la fluorescencia de los diferentes campos para probar la teoría de las tasas similares de fotosíntesis entre la soja original y la mutante”, añade.
Con esta técnica pretenden mejorar los conocimientos sobre cómo la fotosíntesis afecta a los ciclos del carbono y el agua. La información sobre la salud y el estrés de la vegetación planetaria puede ser fundamental para afrontar la demanda creciente de alimentos y piensos.
Según aclara la ESA en el comunicado, todavía es pronto para afirmar si el ciclo natural de fotosíntesis será o no un impedimento para cultivar plantas en otro escenario. Todavía hacen falta experimentos. El Explorador de Fluorescencia de la ESA será puesto en marcha en torno a 2022.
Redacción QUO
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