Samsung no gana para disgustos. Lo cierto es que el lanzamiento del Galaxy Note 7 ha sido un fiasco terrible. A pesar de que han intentado hacer todo lo que estaba en su mano, al final la empresa tecnológica se ha visto obligada a retirar el producto. Muy a pesar de los arreglos de última hora, los Galaxy seguían explotando.
La compañía ha reconocido que el principal problema se encuentra en las celdas de las baterías. Estas celdas electroquímicas son dispositivos preparados para facilitar energía eléctrica a partir de reacciones químicas. En el caso de Samsung, al igual que otros de sus competidores, estas baterías son de ion de litio. Aunque actualmente son las que mejor servicio facilitan, es conocida su rápida degradación y su alta sensibilidad a altas temperaturas. Si existe un error en el sistema que no aisle bien la batería, pueden llegar a explotar.
Para transportar el litio del ánodo al cátodo, se utilizan habitualmente electrolitos líquidos, el Santo Grial que permite que la batería de nuestro teléfono aguante, en la medida de lo posible, nuestro ritmo de vida. El problema es que este método requiere de determinadas reacciones químicas para funcionar que deben estar completamente controladas. Especialmente con baterías tan sensibles como el litio. Un sobrecalentamiento provocaría que estos electrolitos pasarán de un estado líquido a vapor, lo que conllevaría la irremediable búsqueda de una salida al exterior que podría hacer explotar el terminal.
Redacción QUO
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