Internet se lo tomó a broma, pero la compañía surcoreana se enfrenta a una grave crisis interna a consecuencia de la retirada del flamante Galaxy Note 7, que no ha durado ni un mes en las estanterías de las tiendas. Según estimaciones, la broma podría salirle muy cara a Samsung: unos 2000 millones de dólares en pérdidas a nivel mundial.

El problema ha venido cuando se han detectado 35 terminales cuya batería ha explotado. El caso es ¿Por qué?.

La compañía ha reconocido que el principal problema se encuentra en las celdas de las baterías. Estas celdas electroquímicas son dispositivos preparados para facilitar energía eléctrica a partir de reacciones químicas. En el caso de Samsung, al igual que otros de sus competidores, estas baterías son de ion de litio. Aunque actualmente son las que mejor servicio facilitan, es conocida su rápida degradación y su alta sensibilidad a altas temperaturas. Si existe un error en el sistema que no aisle bien la batería, pueden llegar a explotar.

Para transportar el litio del ánodo al cátodo, se utilizan habitualmente electrolitos líquidos, el Santo Grial que permite que la batería de nuestro teléfono aguante, en la medida de lo posible, nuestro ritmo de vida. El problema es que este método requiere de determinadas reacciones químicas para funcionar que deben estar completamente controladas. Especialmente con baterías tan sensibles como el litio. Un sobrecalentamiento provocaría que estos electrolitos pasarán de un estado líquido a vapor, lo que conllevaría la irremediable búsqueda de una salida al exterior que podría hacer explotar el terminal.

Pero de momento, todo son conjeturas. Habrá que esperar que Samsung facilite más detalles al respecto.

bloomberg.com

Redacción QUO