El futuro pasa por la conectividad, la autonomía y por el coche compartido –dice Christophe Mandon–. Los automóviles que conduciremos en 2030 tendrán elementos que ya existen ahora. Nuestros coches ya pueden aparcar solos, mantenerse en su carril, vigilar si el conductor se está durmiendo… Iremos hacia la autonomía total, a un coche más conectado. La dificultad, de todas maneras, no va a estar en el desarrollo de nuevas soluciones sino en poder incorporarlas en miles de vehículos a un precio asequible.
¿Qué camino le queda por recorrer al coche autónomo para que sea una realidad?
Hace falta visión política y adaptar la regulación. La tecnología y las capacidades de nuestros ingenieros van por delante del marco regulatorio. La reglamentación actual no permite actualmente utilizar en carretera abierta todas las funcionalidades de nuestros prototipos. Este es un tema que la sociedad europea y, yo diría que también la mundial, tiene que abordar. Debemos evaluar qué queremos exactamente y con qué velocidad. Habrá muchos años en los que convivirán los coches autónomos con el resto. Eso va a plantear un profundo debate sobre de quién es la responsabilidad en caso de accidente.
¿Esos avances de los que usted habla pasa por el fin de los motores de combustión?
No sé cuándo veremos el último motor térmico. Depende también de qué continente hablemos. Un mercado como en Europa, completamente maduro, es muy diferente al de África o al de algunas zonas de América Latina o Asia. Por eso, el nivel de desarrollo técnico, de seguridad, que vendemos aquí en Europa es diferente del que se ofrece en otras zonas del mundo que están en desarrollo y que no tienen la misma capacidad, ni la misma red de carreteras, ni el mismo entorno. De todas maneras, la diferencia se va a reducir poco a poco. Hay países que están creciendo de forma muy rápida. Pero en entornos como el nuestro, como el europeo, no podemos pasar de motores térmicos 100% a coches eléctricos o autónomos en un solo día. Habrá una mezcla de soluciones y ofreceremos a los clientes un mix de tecnologías en el que habrá opciones más más conservadoras, más tradicionales, que convivirán con otras más rompedoras. Dependiendo de sus necesidades, así como del marco de desarrollo del país en el que se encuentre, el cliente podrá elegir. Si vive en el centro de una capital, es probable que prefiera un coche autónomo u opciones de car sharing porque gestionará de forma más fácil sus recorridos urbanos. Sin embargo, si reside en un pequeño pueblo y tiene que hacer 50 km diarios para ir a su trabajo, es muy probable que la mejor opción para él sea un automóvil con motor térmico. No sé precisar en qué porcentajes convivirán todas las tecnologías. El periodo de comercialización de un modelo es de cinco a siete años. Es muy difícil prever a más largo plazo porque las cosas cambian muy rápido. Hace doce años, por ejemplo, el iPhone no existía. ¿A qué velocidad se van a producir los cambios que imaginamos en el sector del automóvil? Nadie lo sabe realmente. Tenemos una idea bastante aproximada de cómo va a ser el camino a seguir, pero no con qué rapidez. Puede ser muy diferente en función de los países y de las expectativas de los clientes.
Ustedes han sido una de las primeras marcas en apostar por la opción de car sharing. ¿Cuál es su valoración?
La velocidad de aceptación de estos nuevos servicios está siendo muy rápida. En Madrid, por ejemplo, hay una demanda de movilidad muy importante. Los españoles aprecian salir de casa, ir a hacer deporte, llevar una vida social muy activa… No sólo se mueven para ir al trabajo. Todo esto crea un entorno muy favorable para los servicios de movilidad.
¿En qué se va a traducir esa conectividad a bordo de la que todos los fabricantes hablan?
Las ciudades deberán tener infraestructuras que permitan a los automóviles conectarse con ellas. No se trata sólo de recibir e-mails dentro del coche o de poder utilizar la pantalla del coche para recibir informaciones de tráfico, sino de que los automóviles sean capaces de «hablar» con su entorno y con otros coches para poder anticipar atascos o posibles accidentes. Hay mucha gente trabajando en el concepto de ciudad inteligente para que la movilidad sea más fluida.
Las nuevas generaciones no parecen muy interesadas en tener coche propio.
Efectivamente, no tienen las mismas expectativas que hace 10 o 15 años. Más que la adquisición, se plantean utilizarlos cuando tengan necesidades de movilidad. Es posible que dentro de 15 años sus expectativas sean otras. La gente no es la misma cuando está casado y tienen dos hijos y 40 años que cuando es más joven. En ese momento, necesitan más espacio y soluciones para gestionar el transporte de los hijos, las vacaciones con la familia, etc. Ahora mismo, hay tendencias que nos muestran que un teléfono móvil es más importante para un mileniam que cualquier otra cosa. Pero esta generación avanzará en su ciclo de vida y es probable que sus necesidades y deseos también evolucionen.
¿Quiere ustedes decir que seguirá habiendo compra emocional?
Reivindicamos esta capacidad de producir coches que generen placer, emoción y sensaciones. Nosotros estamos trabajando en seguir ofreciendo funcionalidades que apasionen de una forma diferente. Por ejemplo, el diseño seguirá siendo una de las motivaciones más importantes de los clientes del futuro. Hablo del estilo exterior, lo que no quiere decir que no estemos trabajando en interiores más adecuados al coche autónomo.
En eso están trabajando todos los fabricantes
Un coche de PSA nunca será como los de otras marcas, aunque todos sean autónomos. Siempre tendrá un estilo propio que permita ofrecer valores diferentes, que transmita pasión y emoción. Cada una de nuestras marcas tendrá una personalidad propia y un estilo diferente muchas veces basado en el mundo de los muebles, de la música… Construiremos puentes entre el mundo de automóvil y el resto la sociedad. Instalaremos a los ocupantes en un entorno de bienestar y de confort.
Cada vez se consultan más datos sobre automóviles en Internet ¿Llegarán a hacerse ventas online?
La mayoría de las marcas están estudiando esta posibilidad. Nosotros también. Tenemos un proyecto experimental de venta online en Gran Bretaña, pero la entrega en cualquier caso se hará en el concesionario. Siempre tendrá que haber alguien que dé las llaves y explique cómo funciona el coche. A veces, hay una retoma de un usado o una financiación. Además, hace falta una red de asistencia. El cliente tiene que saber dónde poder hacer el mantenimiento. Probablemente, en Internet elegirán su coche, lo reservarán, incluso lo pagarán, pero el último eslabón será la red de ventas.
¿Hay futuro para el hidrógeno?
Formará parte del mix de tecnologías que se ofrezcan. Depende de las infraestructuras, de la capacidad de la red de suministro segura. También debe ser asequible a nivel financiero. Con esto pasa como con el coche autónomo. El marco regulatorio es muy importante, el apoyo de la sociedad a una tecnología u otra, el apoyo de los gobiernos a una red de distribución, de carga, de si esa red está pensada para coches eléctricos o de hidrógeno. También depende de las zonas del mundo. Hay áreas, como en Asia, donde apuestan más por el hidrógeno. Otros, por el eléctrico y el híbrido. ¿Cuál será el desarrollo y la velocidad de las tecnologías y la oferta de cada una de estas zonas? Es muy difícil saberlo. La tecnología existe y todos juntos vamos a escribir en los años que vienen la historia que veremos en los próximos 10 o 15 años. Nosotros queremos ser proveedores de movilidad. Por supuesto, el coche será el elemento clave, pero también ofreceremos opciones como el renting, o la posibilidad de recibir contenido a bordo o el mantenimiento. No seremos sólo fabricantes de coches, sino proveedores de movilidad.
Marta García Fernández
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