El conocido como ‘huevo’ revolucionó el diseño del automóvil
Un estilo propio e innovador, y bajo coste de fabricación. Estas fueron las consignas que dio Renzo Rivolta, el creador del Isetta, a Ermenegildo Petri, su inventor. A pesar del éxito de su diseño, que lo hizo muy popular, la producción no fue muy alta en su país de origen, Italia. Iso cedió la patente a Velam en Francia, Romi en Brasil y BMW en Alemania. Y fue esta última la que se encargó de su exportación a EEUU, donde fue todo un éxito de ventas. En España, la filial de Iso solicitó autorización para fabricarlo en 1954. Los primeros Isetta españoles, a los que se añadieron algunas mejoras, fueron fabricados en el madrileño barrio de Carabanchel, y salieron al mercado con el precio de 45.000 pesetas de la época.
El Cimera, obra de Juan Bolinches, es uno de los microcoches fabricados en serie que no cuajaron en el gran público. Este es el Cimera IV convertible de 1955.
Biplaza descapotable de líneas redondeadas que fue presentado en 1957 por la empresa catalana Construcciones Mecánicas Clúa S. L. Su consumo aproximado era de 5 l/100 km, y su velocidad máxima, 75 km/h. Se prometió a los clientes que, en caso de defectos, se devolvería el dinero. Un desajuste en la chapa provocó tal cantidad de devoluciones, que en 1962 la empresa quebró.
Hubo tres versiones, de 350, 400 y 500 cc, por un precio medio de 64.000 ptas.
Muchos fabricantes recibían encargos de clientes para transformar sus coches en vehículos industriales. Por eso, algunos hicieron microcoches destinados exclusivamente al uso industrial, como el Delfín y el Kapi, y otros se emplearon a fondo para construir coches multifuncionales a los que se pudiera acoplar una caja de carga –de madera o cartón piedra– sin problemas.
En enero de 1957, un grupo de empresarios vascos fundaron Munisa, empresa cuyo fin era comercializar un pequeño coche utilitario en serie. Después de contactar con varias fabricas europeas, se llegó a un acuerdo con la alemana Hans Glas GmbH, creadora del Goggomobil, y a principios de 1962 se comenzó la producción de este pequeño utilitario en España. El primero en fabricarse fue el T350, que se anunció como el “superutilitario de cuatro plazas”. Después vinieron las versiones furgoneta y el T400. Su precio variaba entre las 40.000 y las 52.000 pesetas, y se vendieron unas 6.000 unidades. A partir de 1965, el auge del Seat 600 hizo caer en picado las ventas.
Totalmente español, el PTV –siglas de sus artífices: Perramón, Tachó y Vila– salió al mercado en 1956. El primer modelo, el PTV 250, era un bonito descapotable de dos plazas, con motor trasero de 250 cc, potencia de 11 CV y velocidad máxima de 75 km/h. En total, se fabricaron 1.235 unidades, y su precio variaba entre las 44.500 y las 55.000 pesetas. Hasta se llegó a exportar a Portugal.
No se trata de un coche con una rueda menos, sino una moto con una rueda más”. Así rezaba la publicidad del David; un microcoche de tres ruedas con motor propio –no provenía de una motocicleta–, con velocidad máxima de 68 km/h y consumo de 5 litros/100 km.
Creado por el francés Gabriel Voisin, fue traído a España por la compañía catalana Auto Nacional S.A. Su nombre viene de biscooter; es decir, “doble scooter”. Pesaba 240 kilogramos, rondaba los 76 km/h de velocidad y consumía 4,5 l/100 km. Su precio estaba entre las 28.600 y las 43.000 ptas. El Biscuter no tenía marcha atrás, pero pesaba poco y se aparcaba empujando.
Si las circunstancias lo hubieran permitido, la verdadera revolución en cuanto a coche popular la habría presentado el Fiat 500 Topolino, que salió al mercado en 1936. Sin embargo, Fiat ya no se interesó por España tras la Guerra Civil, y no volvió a hacerlo hasta la firma de un convenio con el INI para formar Seat y fabricar, en primer lugar, el Seat 600.