Poco se sabe sobre el origen y la evolución temprana de los notosuquios, primos de los cocodrilos terrestres. Ahora, un nuevo estudio publicado en PeerJpor paleontólogos italianos y franceses, comienza a llenar la brecha de casi un millón de años en este linaje.

Una combinación de rasgos anatómicos identifica claramente este taxón como un notosuquio jurásico, cercano a los baurusúquidos (carnívoros que habitaron Sudamérica y el subcontinente indio) y a los sebécidos, también de Sudamérica. Eran depredadores altamente especializados de los hábitos terrestres, diferentes de los cocodrilos actuales. Tenían una mandíbula fuerte y armada con enormes dientes similares en tamaño y forma a los de un T-rex, datos que sugieren que estos animales se alimentan también de tejido duro como hueso y tendones. El nombre completo de este cocodriloforme (apodado Razana) es Razanandrongobe sakalavae, que significa antepasado de lagarto gigante de la región de Sakalava (Madagascar).

«Al igual que estos y otros gigantescos cocodrilos del Cretácico – explica Cristiano Dal Sasso, líder del estudio –, Razana podría superar incluso a los dinosaurios terópodos, en la parte superior de la cadena alimentaria.

Este temible animal es, con diferencia,el más antiguo y posiblemente el más grande representante de los notosuquios y permite estudiar uno de los primeros ejemplos de aumento exacerbado del tamaño corporal a lo largo de la historia evolutiva del grupo.

“Su posición geográfica durante el período en que Madagascar se separaba de otras masas de tierra es fuertemente sugestiva de un linaje endémico, al mismo tiempo, representa una señal adicional de que notosuquios se originaron en el sur de Gondwana”, concluye el coautor del estudio, Simone Maganuco.

Juan Scaliter