La radio, el GPS y los teléfonos móviles son modernidades con las que uno siempre puede contar para no morir perdido en la nieve. Las cosas eran muy distintas antes, cuando los exploradores más avezados cruzaban el mundo por deporte y, de cuando en cuando, desaparecían para no volver jamás. Estas son algunas de las leyendas más apasionantes de los héroes caídos de la aventura.
Naomi Uemura, el aventurero solitario
Habría sido el primer japonés en alcanzar la cima del Everest, en 1970, de no haber dejado a su hermano mayor el honor de ser el primero. Escaló la montaña más alta de cada continente solo, fue el primero en llegar al polo norte sin compañía y descendió el Amazonas de principio a fin. También fue el primero en subir el Mount McKinley (Alaska) en el momento del año más difícil, pero nadie sabe por qué nunca llegó a bajar.
Percy Fawcett, trágico pasto para el Amazonas
Los ecos de El Dorado no resuenan demasiado lejos. La búsqueda de la ciudad ha centrado los esfuerzos de los exploradores hasta bien entrado el siglo pasado, cuando el coronel inglés Percival Harrison Fawcett se perdió en la selva amazónica. Fawcett pasó a ser el objetivo de innumerables exploradores: en el último siglo, unas 13 expediciones y más de cien personas han intentado dar con sus restos. Sin éxito: se dice que se lo comieron los caníbales.
George Bass, a la sombra de la leyenda negra
Tuvo una carrera exitosa en sus expediciones cartográficas al Pacífico. Pero, cuando vio que los comerciantes obtenían mucho más rédito que él de los viajes, el cirujano inglés quiso unirse a ellos. Probó fortuna en Sudamérica y nunca volvió a dar señales de vida. Las malas lenguas aseguran que los españoles lo esclavizaron y le forzaron a trabajar en las minas peruanas hasta su muerte.
El amor de leyenda de George Mallory
El montañero inglés fue uno de los hombres que trataron de doblegar el Everest por primera vez. Puede que lo consiguiera; el debate si había llegado a la meta se ha mantenido vivo durante décadas. Cuando, en 1999, una expedición encontró su cadáver, se sorprendieron de que le faltaba algo. Mallory había declarado que sería el primero en llegar a la cima y que allí dejaría una foto de su mujer, justo lo que su cadáver no llevaba encima.
Ludwig Leichardt, caso abierto
El desierto australiano es uno de los más vastos y desoladores espacios que uno pueda imaginar. Es una tierra inhóspita en la que más vale no perderse. El alemán es un buen ejemplo: perdió el camino en 1848 y todavía no hay pista alguna de cómo acabó sus días.
Jean-François de Galaup, el James Cook francés
Los iajes de Cook por el Pacífico son el culmen de la exploración marítima inglesa del siglo XVIII. El francés Jean-François de Galaup, conde de La Pérouse, quiso emularle y eso fue su perdición. La última vez que lo vieron bogaba cerca de las Islas Salomón, en Oceanía. Afortunadamente para la humanidad, había enviado de vuelta un diario con sus descubrimientos y sus mapas de los nuevos territorios.