Gracias a él se puede construir una armadura invisible, liviana y casi indestructible. Es un material que constituye el 0,02% del peso de la corteza terrestre. Se llama grafeno y procede del mismo mineral que se encuentra en las minas de los lápices. La diferencia entre el grafito y el grafeno es que este se compone de una sola escama de grafito. El grafeno esconde varias sorpresas. Es una variedad de carbono y tiene la misma composición molecular que el diamante, un material casi indestructible; los diferencian la presión y la temperatura bajo las que se formaron.
Pero aún hay más. Tim Booth y Peter Blake, de la Universidad de Manchester, han logrado copos de grafeno que se sostienen por sí mismos, debido a su extraordinaria rigidez. Un cristal de 10 micrómetros se mantiene recto sin ningún tipo de soporte, algo equivalente a una hoja de papel de 100 metros de longitud que se mantuviera erguida. Las ventajas de este material, nos asegura Andre Geim, director de la investigación desde Manchester, es que: “Es transparente, el material más duro conocido, más aún que el diamante, al oxidarlo se convierte en óxido de grafeno y puede ser conductor, un semiconductor o incluso un aislante, y estas cualidades nos permitirán logros que hasta ahora solo la ciencia ficción se imaginaba”.
El óxido de grafeno que menciona Geim también ha permitido hacer un papel que probablemente reemplace al silicio en los ordenadores, debido a su resistencia, ligereza y a que el proceso de oxidación lo transforma de un material conductor en uno aislante. Por si esto fuera poco, es más económico. Eso, por no hablar del propio carbono. Gracias a él, en pocos años veremos trepando por los edificios a personas con trajes hechos de nanotubos de este material. Nicola Pugno, físico del Politécnico de Turín, ha ideado una estructura de nanotubos que funcionará como la superficie adhesiva de las patas de los gecos, que les permite caminar por las paredes.
Redacción QUO