Hoy, 4 de julio, se celebra el día de la independencia de Estados Unidos. El 2 de julio de 1776, el autoproclamado Congreso de EE UU, votó aprobar una resolución para independizarse de la metrópoli, y dos días después, el 4, se aprobó y se hizo pública la Declaración de Independencia de la nación, que rompía así sus lazos jurídicos con Gran Bretaña.
Curiosamente, en esa fecha tan señalada, ha sido también en la que han fallecido más mandatarios estadounidenses. Thomas Jefferson fue el segundo presidente de la naciónpor el partido republicano, y el demócrata John Adams, el tercero. Ambos habían sido dos de los cinco participantes en la redacción de la declaración de independencia y, aunque eran rivales políticos, les unía una estrecha amistad.
El azar quiso que el 4 de julio de 1826, Thomas Jefferson falleciese a causa de una infección en el riñón y, solo seis horas después, lo hiciese John Adams por las secuelas de un ataque cardíaco. Las cróncias cuwntan que Adams, que no se había enterado de la muerte de su rival y amigo, dijese instantes antes de expirar: «Y Jefferson aún sigue vivo».
Cinco años después, el 4 de julio de 1831, el que fue el cuarto presidente de la nación, James Monroe, falleció a causa de la tuberculosis. Tantas desafortunadas coincidencias hicieron que se comenzase a hablar de «la maldición del 4 de julio». Una maldición que estuvo casi a punto de volver a cumplirse cinco años después, en 1836, cuando James Madison, el quinto presidente de Estados Unidos, falleció el 28 de junio, a solo seis días de dicha fecha.
Pero la supuesta maldición acabó cayendo en el olvido, dado que ningún otro presidente volvió a morir en dicha fecha.
Vicente Fernández López