Llego al trabajo (pues no solo me dedico a mirar vacas y bosques por la ventanilla del tren). Aquí las luces están encendidas todo el tiempo, incluso cuando no hay nadie en algunas zonas (baños, pasillos, y hasta oficinas). ¿De dónde viene toda esa energía? Gran parte procede de la nuclear. Esta fuente es denostada por sus residuos radiactivos altamente tóxicos. Según Sara Pitzzinato de Greenpeace también lo es debido a que “pagamos cuatro tipos de impuestos por ella: la instalación de las centrales, la gestión de sus residuos, el consumo y, por último, una tasa debida a la moratoria nuclear. Si se hubiese invertido el mismo dinero en investigación de energías renovables que se ha puesto en energía nuclear, hubiéramos avanzado muchísimo. Y, por si fuera poco, no se puede aplicar en todo el Planeta. ¿Quién decide qué país la tiene y cuál no?” También hay que tener en cuenta que algún día el uranio se acabará y ¿qué haremos entonces? La realidad es, que hasta que llegue ese momento, la energía nuclear puede no ser una energía alternativa, pero sí es una clase de energía. Y también es otra opción pues a nivel industrial es la que menos CO2 produce y hasta el presente, la más eficiente. María Teresa Dominguez, presidenta del Foro Nuclear comenta que “España emite unos 412 millones de toneladas de CO2 al año actualmente. Y si no existiese la energía nuclear subiría a casi 480”. De acuerdo a una investigación británica, la energía nuclear emite entre el 2 y el 6% del carbono producido por una de las energías menos contaminantes: el gas natural. La nuclear puede ser una solución, pero… ¿durante cuánto tiempo?

Redacción QUO