Quien con perros se acuesta…
A esta chica le gusta compartir la cama con su can. Tras un rato de lectura, se quedó dormida, pero no tuvo un sueño apacible. La secuencia revela que no encontraba su postura ideal y que no dejaba de taparse y destaparse. Pese a ello, un estudio de la Universidad de Pittsburgh afirma que dormir con una mascota es relajante y aporta estabilidad emocional.
Donde caben dos caben tres
La directora del Centro de Salud Mental Para Niños de Londres, Margot Sunderland, recomienda que padres e hijos duerman juntos hasta que estos cumplan los cinco años. Los padres de este set no practican el “colecho”, pero se llevaron a su hijo a la cama con ellos después de que se despertara llorando en plena noche.
El conejo de la suerte
Los bebés necesitan dormir diez horas diarias. Los estudios demuestran que los prematuros experimentan un 75% más de fases de sueño REM (en las que se producen las pesadillas) que niños que han completado su gestación. El de estas fotos se despertó inesperadamente a causa de un mal sueño y, aunque volvió a dormirse, pasó el resto de la noche abrazado a su peluche.
Abrazos excepcionales
Dormir abrazados no es tan común, ni siquiera entre las aprejas estables. Eso se deduce al menos de un estudio realizado por la Unviersidad de Melbourne, según el cual menos dle 20% de las parejas pasan parte de la noche agarrados el uno al otro.
Familia ¿equilibrada?
Lo ideal es tardar entre diez y quince minutos en conciliar el sueño. Si se tarda menos de cinco minutos, puede ser síntoma de que se sufre somnolencia diurna. Las investigaciones también demuestran que muchos movimientos que realizamos durante la fase REM del sueño (el acto de taparse con la almohada que realiza el padre en las fotos) responden a acciones idénticas que transcurren en nuestros sueños.
¿Un campo de batalla?
Cada cama es un mundo. Y abrazados o separados, lo cierto es que compartir la cama con tu pareja significa estar expuesto a recibir patadas, golpes y empujone sinvoluntarios, en un intento dle otro de reconquistar su pedazo del lecho. Tal vez por eso, los matrimonios de la nobleza británica acostumbraban a dormir en camas separadas. Como afirmaba sir Noel Coward: «No he vuelto a compartir cama desde que regresé de las trincheras».
La cama comunal
David Ichioka nunca está presente en el dormitorio de sus modelos. Sus series de imágenes las realiza con una cámara digital y programada para que el objetivo se dispare en intervalos de media hora. El fotógrafo nos explicó en una entrevista que no le guía un propósito científico, sino la curiosidad por ver cómo nos comportamos en ese período del día en el que estamos tan desvalidos.
Una pandilla de ensueño
La Encuesta 2009 realizada en EEUU por la Fundación Nacional del Sueño reveló que el 12% de los niños americanos dormían con sus mascotas. Paradójicamente, los expertos dicen que compartir el lecho con animales es más perjudicial para estos últimos, ya que se acostumbran a la compañía humana y luego les es difícil hacerlo solos.
No sin mi móvil.
Moverse al dormir es algo normal, según un estudio del Creighton University Medical Center, pero el estrés puede provocar auténticos terremotos nocturnos. Como el de esta chica, que no se separó del móvil ni en el lecho, y que se acostó vestida, se desnudó, y se volvió a vestir, todo en la misma noche. Otros estudios sugieren también que las mujeres necesitan por término medio una hora más de sueño que los varones.