Puede que a la mayoría el nombre de John Bellingham no le diga nada. Pero, para los británicos, ese personaje es el equivalente nacional a John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln. Y es que Bellingham ha pasado a la historia del Reino Unido como uno de sus asesinos más famosos, al ser el único hombre que mató a un primer ministro en 1812.
Bellingham era agente de seguros de la Lloyd’s de Londres y estaba destinado en Rusia. Pero en 1803 fue acusado de sabotear un barco ruso para provocar su naufragio. Nunca quedó claro si era culpable o inocente de dicha acusación, pero pasó varios años encarcelado en aquel país.
Finalmente, fue indultado y regresó a Inglaterra, donde inició un largo periplo para exigir una compensación económica por los años pasados en prisión. Pero las autoridades hicieron caso omiso a su petición.
Por es emotivo, el 11 de mayo se encaminó al edificio del parlamento, armado con dos pistolas del calibre 50. Aguardó a que llegara el primer ministro, Spencer Perceval, y cuando lo tuvo a tiro lo mató de dos disparos.
Bellingham pagó su crimen en la horca y su cráneo se ha conservado desde entonces en el Queen Mary Pathology Museum de Londres. Y ahora, la calavera ha servido de base al artista forense Hew Morrison, para reconstruir cómo pudo ser su rostro.
Fuente: ScienceAlert.
Vicente Fernández López