Para trepar y agarrar
La hélice es una forma frecuente, y frecuentemente favorecida por su función de anclaje seguro y fuerte. Un remolino de agua y un tornado son hélices espontáneas, no tienen función. Sí la tiene un zarcillo, una semilla con un refinado mecanismo que la hace caer en hélice cuando se desprende y una trepadora que busca la luz en la selva. El trenzado de una cuerda, o un simple tornillo, comparten la función de agarrar. Hélices seleccionadas por el ser humano.
Redacción QUO