La prisión de Lelystad es una de las más avanzadas del mundo. Los presos son custodiados día y noche por brazaletes electrónicos. Su pulsera lanza una señal cada dos segundos, y si el preso no está donde debe, se activa la alarma. Además, tienen micrófonos conectados a un software que permite medir sus emociones y detectar brotes de violencia. Hay seis personas en cada celda: cada uno decide a diario su agenda y solicita médico o abogado con una pantalla táctil.
Redacción QUO