Los caminos de Dios son inexcrutables. Algo así debió de pensar el clérigo William Gregor cuando descubrió en 1791 el titanio mientras estudiaba un metal de color gris plata.
Lo que no imaginaba es que llegaría a ser considerado un material estratégico, porque se usa en la fabricación de naves espaciales por sus propiedades para mantener el calor y el frío.
Redacción QUO