Cuando nuestro apetito se dispara y nos encuentra en el supermercado somos capaces de arrasar los pasillos con todo aquello que nos tiente. Investigaciones anteriores sugerían que la llamada hormona del hambre, conocida como Ghrelin, era la que disparaba este tipo de comportamiento. Pero un nuevo estudio realizado en el UT Southwestern Medical Center de Estados Unidos demuestra que esta hormona actuaría en el cerebro para hacer que las personas sigan comiendo, aún cuando están saciadas.
El Dr. Jeffrey Zigman, uno de los autores de la investigación, confirma que lo que “demuestra la investigación es que a veces seguimos comiendo alimentos que nos causan placer solo porque nuestro cerebro nos dice que lo hagamos”.
Para el equipo de científicos la idea fundamental era saber la razón de este comportamiento. Para ello realizaron un test en ratones. Los humanos compartimos con estos animales el mismo tipo de conexiones de células cerebrales y una arquitectura similar en los llamados “centros del placer” del cerebro.
El test evaluó si los ratones preferían regresar a un cubículo en el que previamente habían encontrado alimentos con altos contenidos grasos, en lugar de otro en el cual había pienso normal. Cuando a los ratones se les administraba la hormona Ghrelin, se demostró que estos preferían, sin dudas, el cubículo con los alimentos grasos, mientras los ratones sin Ghrelin no mostraban ninguna preferencia. De hecho, cuando se bloqueaba la acción de dicha hormona, segregada en la corriente sanguínea después de un tiempo sin comer, los ratones no pasaban tanto tiempo en el área que asociaban con comidas copiosas.
De acuerdo con los investigadores esta hormona les recordaba cuanto habían disfrutado de la comida, sin importar si la zona que visitaban ya estaba vacía. Este estudio es consistente con otros que tratan sobre el mecanismo de recompensa presente en los cerebros de adictos. El próximo paso en la investigación, que se publicará en Biological Psychiatry, será determinar qué circuitos neuronales regulan la acción de la hormona Ghrelin.
Redacción QUO