En 1945 acabó el terror nazi, pero algunas de sus prácticas siguieron. Ahora se ha sabido que al menos 83 personas murieron en Guatemala por los experimentos que un grupo de científicos estadounidenses llevaron a cabo en enfermemos mentales, prostitutas y presos para probar la eficacia de la penicilina e investigar sobre algunas enfermedades de transmisión sexual. En los experimentos se les inocularon enfermedades como la sífilis o la gonorrea, entonces conocidas como “venéreas” a alrededor de 1.300 personas, según ha confirmado Amy Gutmann, la jefa de comisión que ha investigado el caso a petición del presidente Barack Obama.
El escándalo se conoció en noviembre del año pasado gracias a la investigación financiada por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. La conclusión a la que han llegado los investigadores después de analizar 125.000 documentos se resume en una frase, sin pelos en la lengua, del científico Stephen Hauser: “Hubo un esfuerzo claro y deliberado de engañar a los sujetos de los experimentos”.
El objetivo de incocular la gonorrea era probar la eficacia de medidas profilácticas, como algunos productos químicos, y de la penicilina por vía oral. En las personas a las que se transmitió la sífilis el objetivo era investigar los cambios que se producían en la sangre y en el cuerpo. En total, los científicos llevaron a cabo cincuenta experimentos distintos con gonorrea y sífilis, que transmitían a las cobayas a través de prostitutas infectadas o de inoculando el patógeno que las provoca.
Redacción QUO