Esto es un hecho comparable a que uno se compre una radio y la devuelva porque oiga voces o que alguien adquiera un televisor y después lo rechace porque cree que tiene gente en casa. Pero es verídico. Los hechos han ocurrido en Woodland, un entrañable pueblo de Carolina del Norte donde residen apaciblemente menos de mil habitantes.
El ayuntamiento del pueblo ubicado en el condado de Northampton tenía en proyecto la construcción de una granja solar que iba a ser instalada cerca de la ciudad. Pero, según narra un artículo publicado en el Roanoke-Chowan News Herald, los vecinos sentían ciertas inquietudes al respecto, por lo que citaron a sus habitantes en la casa consistorial para resolver sus dudas.
Algunos como la profesora de ciencia Jane Mann (ya jubilada) aseguraron que había visto plantas muertas cerca de paneles solares porque no reciben la suficiente luz. Además, afirma que «nadie puede asegurar que estos paneles no causen cáncer«. Por otro lado, Bobby Mann advirtió que esto «hará que los jóvenes se vayan» y que «el parque solar podría absorber toda la energía del Sol«. Maria Hobbs, otra vecina, aseguró que su casa está rodeada de huertos solares que han reducido el valor de su propiedad, aunque una vista por satélite del pueblo muestra que esta todo rodeado de bosques y tierras de cultivo.
Una subestación eléctrica cerca de Woodland convierte esta zona en atractiva para los desarrolladores de la energía solar. Representantes de la Strata Solar Company, encargados de la construcción de la granja solar, aseguraron a los vecinos que el proyecto no causaría cáncer o succionaría todo el Sol. Pero en un magnífico ejemplo de democracia el consejo de la ciudad votó 3 a 1 contra el plan y también aprobó una moratoria para construir futuros parques solares.
¿Recordáis cuando en los Simpson el villano del Señor Burns quiere obstruir el Sol? Pues debe ser que los habitantes de Woodland lo han visto demasiadas veces. Ver para creer.
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Fuente: independent.co.uk
Redacción QUO