Una de cada tres muertes por malaria que se registran cada año (781.000) podrían evitarse con artesunato, un medicamento que cuesta 1.40 euros más que la quinina, el que se utiliza ahora para tratar los casos severos de la enfermedad. La OMS y organizaciones como Médicos sin Fronteras ha hecho un llamamiento internacional para que puedan beneficiarse de él los 8 millones de personas, la mayoría niños, que corren riesgo de muerte. La mayoría de los 225 millones de casos de paludismo que se registran cada año no son mortales, pero un 4% de estos, alrededor de 8 millones, acaban evolucionando a paludismo severo. Todas las muertes se registran entre estos últimos, con síntomas que afectan a órganos vitales del cuerpo como los pulmones, los riñones o el cerebro.
Según el informe de Médicos sin Fronteras «Malaria servera: cambio de rumbo» el coste de cambiar un medicamento por otro está alcance de la comunidad internacional: «Tratar con artesunato en lugar de con quinina todos los casos de malaria severa representaría un coste adicional en medicamentos de 31,8 millones de dólares al año, y con ello se salvarías unas 195.000 vidas al año». No es el fin de la malaria, pero si un paso de gigante en el tratamiento. La OMS ya ha modificado sus guías clínicas para recomendar el nuevo fármaco,y algunos países como Guinea, Níger o Uganda ya han anunciado que lo utilizarán, pero la iniciativa tropieza con graves problemas. Los primeros, económicos, según el informe de Médicos sin Fronteras, porque el cambio de un fármaco por otro «es percibido como una amenaza económica a la producción local de quinina, que representa una inportante actividad económica en varios países endémicos».
A esto hay que unir que «los gestores y proveedores de salud no suelen conocer las últimas evidencias científicas», un problema que también afecta a muchos de los profesionales sanitarios. «Muchos médicos locales siguen convencidos de que la quinina es el mejor tratamiento para la malaria severa» apunta el informe. Y eso a pesar de que los efectos secundarios de este fármaco incluyen mareos, anemia y en algunos casos problemas cardiacos, y es difícil de administrar porque las dosis deben calcularse con precisión teniendo en cuenta el tamaño de la persona. La sobredosis puede provocar ceguera permanente, convulsiones y coma. Por ello Médicos sin Fronteras concluye su informe así: «urge elaborar sin demora un plan internacional de apoyo al cambio de rumbo en la lucha contra la malaria severa».
Redacción QUO