Las personas que consumen cocaína habitualmente tienen menos cantidad de material en el cerebro que las que no consumen o lo hacen de manera esporádica, según un estudio de Antonio Vermejo, profesor de Personalidad y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada. La cantidad de esta sustancia se relaciona normalmente con el nivel de inteligencia de una persona. Según los datos de la Agencia Española Antidroga, el 3% de los españoles entre 15 y 64 años consume esta droga.
Los efectos se notan a cualquier edad, pero especialmente en la adolescencia. En opinión de Vermejo es una etapa crítica porque el cerebro todavía no ha madurado.
Además de las consecuencias en la inteligencia y en la capacidad para tomar decisiones, Antonio Vermejo, ha encontrado otras diferencias entre los adictos a la cocaína y los consumidores recreativos. Los últimos “solo consumen cuando se sienten bien”, mientras que el consumo entre las personas que están enganchadas se asocia a “emociones negativas”. Lo que pretenden con la droga es lograr un “falso equilibrio” y aliviar el malestar que padecen, según el profesor de la Universidad de Granada.
Según las estadísticas de la ONU, España ha superado por primera vez en al historia a EE UU en consumo de cocaína y multiplica por cuatro la media europea. De hecho, uno de cada cinco consumidores de la UE es español. Además de efectos neurológicos, también tiene efectos en otras áreas, como la cirugía plástica. «Desde la especialidad de cirugía plástica hemios notado las repercusiones de este aumento en el consumo y estamos colaborando en el abandono de esta adicción», apunta José María Palacín, cirujano del Centro Médico Teknon de Barcelona.
La cocaína actúa disminuyendo el flujo sanguíneo en las zonas que tienen contacto con la droga e impidiendo que llegue tanta sangre como es necesario. Esto se usa habitualmete en medicina para evitar el flujo sanguíneo en determinadas zonas. Sin embargo, «cuando el consumo de cocaína es excesivo la falta de riego se hace permanente y se resienten o mueren todos los tejidos en contacto con esta sustancia», explica el doctor Palacín, lo que produce un deterioro del tabique nasal. Aunque la mayoría de las rinoplastias se hacen por motivos estéticos, cada vez son más habituales las narices que se operan para corregir los efectos de la cocaína.
Redacción QUO