Sheldon Lee Glashow alcanza categoría de mito. Premio Nobel de Física junto a Steven Weinberg y Abdus Salam en 1979 por conseguir la unificación de dos de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza (la electromagnética y la fuerza nuclear débil) en una sola, la electrodébil, es autor de otro hallazgo que por sí solo merecería otro Nobel: la predicción de la existencia del quark charm (encanto), uno de los seis tipos de estas partículas elementales que, junto a los leptones, conforman fundamentalmente la materia. Glashow ha sido una de las personas que más ha contribuido a la creación del Modelo Estándar. Ahora, dos experimentos, el italiano Opera que afirma que los neutrinos pueden viajar más deprisa que la luz, y la búsqueda del bosón de Higgs con el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés) en el CERN, han mostrado que en este campo no está dicha, ni mucho menos, la última palabra.
P¿Estamos ante un momento especial para la física de partículas?
R Desde luego que sí, a la vista del anuncio que hizo el CERN diciendo que hay evidencias muy prometedoras de que pueden encontrar el bosón de Higgs en 2012. Es un hecho fascinante capaz de captar la atención de la gente. Al mismo tiempo, hace poco los italianos hicieron su anuncio de que es posible que los neutrinos viajen más deprisa que la luz. Yo entonces me encontraba en España, y soy una de las personas que no creen que esos resultados sean correctos.
P¿Cómo pueden ayudar este tipo de descubrimientos a la sociedad?
R Solo hay que mirar a nuestro alrededor para ver algunas de las cosas que la ciencia ha hecho por nosotros. Mi ciencia, sin embargo, no tiene un valor práctico en sí misma. Por ejemplo, ¿para qué sirve conocer la distancia entre galaxias a las que nunca viajaremos? Aun así, queremos entenderlo, forma parte de la historia del universo
P A veces, sin embargo, es la tecnología utilizada en este tipo de experimentos la que acaba ayudando a la gente…
R Sin duda. Ese es el caso del CERN, por ejemplo, que habla del valor económico que proporciona su colaboración con la industria. Las empresas aprenden mucho al realizar tareas tan difíciles. Y hay otro subproducto igual de importante: los jóvenes se entusiasman con cuestiones como las estrellas, el acelerador de partículas… Entonces se introducen en el campo, hacen su doctorado, pero no siempre permanecen en la física de alta energía. Tenemos unos 8.000 doctores en Físicas trabajando en el CERN, pero en diez años muchos de ellos se habrán marchado a otros trabajos completamente diferentes.
P Hace cuarenta años que se busca el bosón de Higgs, y ahora estamos a punto de encontrarlo.
R Sí, eso creemos, aunque yo no garantizaría que lo vayamos a encontrar. Las evidencias son tentadoras, pero no definitivas.
P A menudo se escucha que el bosón de Higgs es apodado “la partícula de Dios”, un término que no convence a los físicos. ¿Por qué se lo ha llamado así?
R Lo llamaron así porque mi amigo, Leon Lederman, ganador de un premio Nobel y excelente físico experimental, escribió un libro de divulgación que tituló La partícula de Dios. Creo que era un título estúpido y en realidad no significa nada, así que no se debería usar, porque no tiene nada que ver con Dios.
P¿Por qué son importantes los neutrinos?
R Los neutrinos han desempeñado un papel muy relevante en la historia de la Física del siglo XX. Fue gracias a ellos que se verificó el modelo de los quarks, fueron los que introdujeron la primera partícula charm, los que verificaron la teoría electrodébil, los que plantearon el problema de los neutrinos solares, que no pudimos resolver en otros treinta años. ¡Hay tanta historia de la física relacionada con los neutrinos!
P Usted y el investigador Andrew Cohen han refutado recientemente el resultado del experimento Opera, que afirmaba que los neutrinos pueden viajar más deprisa que la luz.
R Sí, creo que este trabajo muestra que el resultado de ese experimento tiene que ser incorrecto. Si cambias las reglas y dejas que las partículas viajen más rápido que la luz, procesos que normalmente son imposibles se hacen posibles. Por ejemplo, está el efecto Cherenkov. Según este efecto, cuando un electrón viaja a través del aire puede ir más deprisa que la luz en el aire y pierde energía. Si cambiamos las reglas y hacemos que protones o electrones vayan más rápido que la luz en el vacío, perderían toda su energía rápidamente, así que no puede haber un electrón o un protón muy energético si sobrepasa la velocidad de la luz. Algún tipo de radiación de Cherenkov habría hecho este experimento imposible. Hemos pensado mucho en esto y la opinión general es que el resultado experimental ha de ser incorrecto.
Redacción QUO