Una nube de basura espacial formada por al menos medio millar de restos del Briz-M, un acelerador ruso de 4 metros de diámetro y 2,65 metros de altura, ‘amenaza’ la Estación Espacial Internacional (ISS). El Briz-M es ya conocido por sus frecuentes problemas de fiabilidad, pues ha sufrido varios fracasos al intentar poner satélites en órbita, como el ocurrido el pasado mes de agosto en el que falló a la hora de poner tres satélites en órbita.
Precisamente esos restos son los que ahora sobrevuelan la estación espacial tripulada, por lo que serán controlados de cerca por la NASA. «Ahora estamos realizando el seguimiento de unos 500 trozos en la órbita formados tras la destrucción del bloque acelerador Briz-M«, declaraba para la agencia Interfax uno de los portavoces rusos. Según indica la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) en su informe: «la presencia de una nube espacial en la órbita no puede no representar una amenaza potencial, y será objeto de un concienzudo control y seguimiento como un peligro para la ISS«.
El Briz-M, que no logró poner en órbita tres satélites el pasado agosto, explotó hace un par de días desintegrándose en más de 70 fragmentos, según comunicó el pasado 22 de octubre el Centro ruso para el control de vuelos espaciales. Según declaraciones recogidas por Ria Novosti del portavoz de la agencia rusa: «Por ahora, los fragmentos no representan peligro directo para la Estación Espacial Internacional (ISS) aunque su órbita cruzará la órbita del complejo orbital«. Los fragmentos fueron descubiertos el pasado 16 de octubre por un astrónomo australiano, Robert McNaught. Tras hacer unos cálculos con su compañero Robert Matson, pudieron determinar que correspondían a los restos del acelerador ruso.
La industria aerospacial rusa ha pasado por numerosos percances en los últimos dos años, la gran mayoría, ocasionados por errores humanos. En concreto el Briz-M, ha sufrido seis errores en menos de año y medio. En su momento, la NASA ya había advertido que «el acelerador podía explotar generando centenares de fragmentos que podrían representar un peligro para aquellos aparatos espaciales que orbitan la Tierra».
Redacción QUO