Su nombre deriva de una enfermera de Múnich, Bárbara, que facilitó la orina para los primeros sedantes experimentales. En 1860, Adolf von Baeyer mezcló urea, obtenida de la orina, con el ácido de manzana y comprobó que era un formidable calmante de la ansiedad y el insomnio. Incluso llegó a recomendarse a personas maniacodepresivas, ya que inducía estados de euforia. Las investigaciones siguieron durante 40 años, hasta que a principios del siglo XX apareció Barbital.
Redacción QUO