En 1920 se descubrieron en Europa del Este unos huesos que mostraban una serie de agujeros alineados longitudinalmente. Los investigadores concluyeron que se trataba de primitivas flautas fabricadas por los neandertales. Una tesis que ha prevalecido hasta ahora, cuando un nuevo estudio acaba de revelar la verdad.
El antropólogo Cajus G. Diedrick ha estudiado dichos restos y ha llegado a la conclusión de que solo son huesos de oseznos mordisqueados por las hienas. Según el investigador, los orificios coinciden con la mandíbula de una hiena. El estudio también dice que los agujeros de forma ovalada en los ejes óseos se corresponderían con la marca de óvalo que dejaría un diente premolar de una hiena.
El experto duda además de que los huesos sean tan antiguos como se creía y piensa que pertenecen a una época posterior a los neandertales.
Redacción QUO